Nicolás Maduro, un ex conductor de bus y ex canciller que fue electo este domingo presidente de Venezuela, enfrenta el difícil reto de llenar el vacío dejado por Hugo Chávez, del que se declara su «hijo», y garantizar la obra del carismático líder.
«A este pueblo hoy podemos decirle que hemos tenido un triunfo electoral justo», dijo Maduro, tras el anuncio de los resultados, que le dieron un 50,66% de los votos, frente a 49,07% del gobernador opositor Henrique Capriles Radonski.
Designado por Chávez como su heredero político, Maduro, de 50 años, insiste que es su «hijo y apóstol», y promete mantener los beneficios sociales de la revolución chavista.
«Sentí una gran emoción todo el día, una gran tranquilidad, una gran paz en el alma, tengo una gran confianza en el pueblo, (…) tengo confianza infinita en lo que él sembró, en lo que hizo. Cuando voté, voté en su memoria, profundo», dijo Maduro en conferencia de prensa en la tarde, tras emitir su sufragio en un colegio electoral del oeste de Caracas.
En la votación lo acompañó su esposa, Cilia Flores, un peso pesado del PSUV (partido en el poder) diez años mayor que él, a la que define como «primera combatiente», su hijo y sus nietos.
Durante la corta campaña de diez días, Maduro, que «nunca esperó» suceder a Chávez, reiteró una y otra vez su intención de serle fiel y seguir su programa de gobierno. La voz en «off» del mandatario presidió sus mítines y su figura inspiró sus discursos, igual de radicales.
A Capriles Radonski, lo tildó de «burguesito», de «caprichito», y hasta último minuto denunció una «guerra sucia» en su contra desde Colombia y planes de asesinato, sabotaje eléctrico y desconocimiento de los resultados electorales por parte de la oposición.
«La historia continúa, el pueblo es la garantía, quedaron muchas cosas por hacer. Él quiso vivir hasta el último segundo, creyó que iba a vivir hasta el último suspiro, y nos dejó muchas tareas pendientes, dejó su legado, sus sueños pendiente», comentó Maduro.
Sin embargo, insinuó en la campaña un estilo propio, invocando constantemente al amor e impregnado de altas dosis de misticismo, como cuando relató un encuentro con un pajarito en el que según él se había encarnado Chávez.
Aunque afirma tener un «corazón cristiano», Maduro visitó en varias oportunidades en la India al fallecido gurú Sathya Sai Baba, acompañado por Cilia Flores.
Al frente del país con las mayores reservas de petróleo del planeta, se comprometió a desplegar un gobierno itinerante por todo el país, «manejando yo mismo el autobús», con los ministros a bordo.
Este político de físico portentoso y poblado bigote negro, nacido en 1962 y en su adolescencia guitarrista de una banda de rock llamada «Enigma», fue nombrado por el propio Chávez como su sucesor antes de partir a operarse por cuarta vez contra un cáncer en La Habana, casi tres meses antes de su fallecimiento.
Maduro es «un revolucionario a carta cabal» y «un hombre con mucha experiencia a pesar de su juventud», dijo aquel día Chávez, que un par de meses antes lo nombró vicepresidente.
Nicolás Maduro Moros, que también fue dirigente sindical del Metro de Caracas y recibió formación comunista en Cuba en los años ochenta, era considerado del ala moderada del círculo más próximo a Chávez, a diferencia de otros estrechos colaboradores como el presidente de la Asamblea Legislativa, el ex militar Diosdado Cabello, otro nombre que sonaba con fuerza para sucederle.
«De verdad, estamos listos para asumir la presidencia el 15 de abril con el pueblo y con la hoja de ruta que él nos dejó. A mí él me fue preparando sin que yo lo supiera en todos los temas: petrolero, financiero, internacional…», declaró recientemente a la AFP.
Con el apoyo del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y otras organizaciones aliadas, este domingo Maduro obtuvo 7.505.338 votos, frente a 7.270.403 de Capriles.
Los analistas destacan de su etapa como canciller (2006-2012) su tono conciliador y su gran capacidad de influir y negociar entre las distintas facciones de la coalición oficialista.
«Quiero terminar la obra de Chávez de unir a todo el país. Quiero ser el presidente de la unión y la paz de todos los venezolanos, y que ustedes me acompañen en esto», dijo un conciliador Maduro en la campaña, aunque luego ha matizado que «el pacto de élites se acabó» en Venezuela.
Como canciller, Maduro adoptó también al pie de la letra el discurso «antiimperialista» de Chávez, hostil a Estados Unidos.
Participó activamente en los últimos procesos de integración regional impulsados por Chávez, como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac), y la integración de Venezuela al Mercosur, así como las negociaciones con los nuevos socios político-económicos de Venezuela, como China y Rusia.
Antes de ser canciller había sido presidente de la Asamblea Nacional (2005-2006), aunque su actividad parlamentaria arrancó como diputado en 1999, elegido por el Movimiento Quinta República (MVR) fundado por Chávez.
Sus destinos se habían cruzado anteriormente en el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR-200), también fundado por Chávez, y con el que el presidente lideró un fallido golpe de Estado en 1992 contra el entonces jefe de Estado, Carlos Andrés Pérez.