Por segundo año consecutivo, los Guaros de Lara han tenido que afrontar muchas circunstancias adversas para mantenerse a flote y luchar por el avance a los playoffs de la Liga Profesional de Baloncesto.
Sin embargo, en este segundo año, en el que se juegan más partidos (54), el equipo ha superado el ecuador del torneo aún presente entre los seis puestos que dan acceso a la próxima fase y con la clasificación aún en sus manos, con todo y que han debido luchar contra las lesiones, un cambio en la dirección técnica y ajustes en la importación.
El alero Deivi Añanguren y el pívot Kervin Bracho, ambos lesionados, no han podido ayudar al equipo con su cuota de experiencia y su sacrificio defensivo. René Farías, el armador reserva, se lesionó al tercer partido de la campaña, debió ser sometido a una cirugía y volvió hace algunos días.
Así, un equipo que un año antes podía presumir de abundancia de material criollo para la rotación, debió jugar con ausencias de peso parte del torneo, ya que el pívot Pablo Machado, ahora titular, ni siquiera estaba con el equipo transcurridos sus primeros 11 encuentros y tuvo que trabajar el doble en las prácticas, tras llegar a un acuerdo contractual con la gerencia, para poder colaborar de inmediato al repunte del equipo.
Un equipo que además estrenaba a los criollos Rafael Guevara y Robert Yriarte, obtenidos por la vía del cambio, tomó previsiones con su importación. Cuatro foráneos iniciaron el torneo (Jack Martínez, Hassan Adams, John Millsap y Doug Thomas) iniciaron el campeonato y luego Thomas fue sacrificado para buscar ayuda en la conducción.
Llegó primero la exestrella NCAA John Gilchrist pero no estaba en la forma de juego necesaria para ayudar. Su paso breve fue seguido por la llegada del armador exNBA Salim Stoudamire, quien mostró un tiro muy útil y una gran efectividad de cancha, pero se lesionó la muñeca y no pudo continuar.
John Millsap, de amplio valor histórico y en su tercer año con el equipo, fue enviado a casa, eso sí, en buenos términos, ya que el equipo requería de más ayuda para la posición y explorar nuevas opciones. Así, llegó Anthony Mason Jr., quien tras siete encuentros ha aportado polivalencia posicional pero aún no ha sido determinante en el ataque (9.1 puntos y 4.0 rebotes en siete juegos).
Los números demuestran que el dominicano Jack Michael Martínez, autor de 26 dobles dobles, líder en rebotes (12.6) en la LPB y sexto entre los anotadores (18.4), ha sido la figura sobre la que se ha cernido el juego del equipo. Heissler Guillent, el criollo más anotador del torneo (16.0), quinto en bolas ganadas (2.2) y séptimo en asistencias (3.9), también ha sido fundamental.
Hassan Adams comanda las cestas dobles de la liga con un porcentaje de acierto de 62 (290-180), Rafael Guevara es cuarto entre los lanzadores de triples (43%) y en la reserva, José Martínez, Edgar Lugo, Carlos Morris e Yriarte han aportado minutos útiles en distintas tareas, al asumir de manera correcta el rol en el que se les ha requerido.
Derrek Baker, tal y como lo hiciese en 2012, volvió a ser un apagafuegos ideal. Acompañado por la experiencia y sapiencia de Carlos Gil y por el aporte de Cruz Salcedo y Diego Vásquez, Baker tiene balance de 9-7 desde que reemplazó al estadounidense Scott Fields (7-10) como director técnico. El año pasado remató con un 11-3 y casi cuela al equipo en los playoffs cuando muchos lo daban como eliminado.
Avanzar a la próxima fase está en los propios Guaros. Si con todas sus vicisitudes han podido mantenerse en la clasificación, queda de su parte mejorar su rendimiento en los nueve juegos que quedan en casa y aprovechar cada visita asequible entre las 12 que les faltan por cumplir. Jugar por encima de .500 requiere de que obtengan 12 victorias en 21 juegos.
