Capriles, el más serio adversario del chavismo

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Henrique Capriles, un joven político que en unos meses pasó de tener un tono moderado a uno confrontativo, ha sido hasta ahora el más serio contrincante de la oposición en una Venezuela dominada en los últimos 14 años por la figura de Hugo Chávez.

Y pese a perder en las contiendas presidenciales de octubre de 2012 y del domingo, el abogado de 40 años logró conseguir la mayor votación de un opositor desde la llegada de Chávez al poder en 1999.

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Capriles aceptó en marzo ser nuevamente el candidato de la oposición a pesar de que muchos de sus simpatizantes, según dijo, le decían que no fuera como un cordero al matadero porque su rival le llevaba una gran ventaja.

«Yo lo que he logrado, lo he logrado porque tengo una gestión. Cuando decidí ser un servidor público, me fui a buscar los votos en la calle, busque servir desde abajo; así me hicieron alcalde, me hicieron gobernador y espero que me hagan presidente. Tengo una obra que mostrar, no soy un improvisado que se esconde detrás de la imagen y la voz del presidente Chávez», dijo Capriles en alusión al presidente electo Nicolás Maduro.

«Da pena ajena cuando a cada rato Nicolás pide que pongan el video donde Chávez pedía que lo apoyen, que lo elijan presidente», indicó Capriles recientemente en referencia a una alocución de Chávez del 8 de diciembre y que pasó a ser un testamento político porque fue la última vez que se lo vio con vida.

«Nicolás no es Chávez, la gente quiere saber qué piensas Nicolás, cuáles son tus ideas para combatir los graves problemas de inseguridad, inflación, desempleo que tenemos y que no combatiste en estos 14 años», expresó. «Los liderazgos no se endosan».

A diferencia de la campaña electoral de octubre, cuando Capriles se refería a su rival Chávez como el presidente, a Maduro lo trató de Nicolás a secas. Lo llamó mentiroso por no dar detalles o falsear lo que ocurrió durante las últimas semanas de Chávez, que falleció el 5 de marzo, cuando Maduro decía que había hablado por horas con el enfermo mandatario y que éste había tomado decisiones e incluso daba órdenes.

«Nicolás forma parte de ese entorno incompetente e ineficiente que el propio presidente criticaba en público y que muchos decían que le engañaban», indicó.

Capriles perdió los comicios presidenciales en los que Chávez consiguió su tercera reelección el 7 de octubre de 2012. La diferencia fue la más estrecha en comparación a sus anteriores reelecciones, 1,5 millón de votos. El domingo se ubicó a sólo 1,59 puntos porcentuales de Maduro, casi 235.000 votos por debajo del presidente electo.

Pero trató de revertir esa percepción mostrando que ya no enfrentaba a una figura carismática como Chávez y que la pelea era ahora entre iguales, por lo que no perdió oportunidad de criticar directamente a Maduro sin herir los sentimientos de aquellos que aún lloran la desaparición del fallecido líder socialista.

Aunque dio pocos detalles sobre cómo pretendía lidiar con la infinidad de problemas que aquejan al país, aseguró dos cosas claramente: que buscaba mejorar las relaciones con Estados Unidos y que analizaría los programas de asistencia a Cuba, que ha sido el mantra político de Caracas desde la llegada de Chávez al poder tras ganar sus primeras elecciones en diciembre de 1998.

Capriles fue designado candidato presidencial por consenso, pero el año pasado surgió como principal rival de Chávez cuando ganó la elección primaria de la oposición en febrero de 2010, derrotando cómodamente a varios otros políticos. Su ascenso en los últimos años coincidió con un cambio gradual en la oposición de ser una clase política atrincherada de los viejos dirigentes de los partidos tradicionales hacia una nueva generación de políticos anti-Chávez.

Como alcalde del municipio capitalino de Baruta y gobernador del estado central de Miranda, Capriles se ganó la reputación de ser un administrador eficiente y ha venido sumando seguidores que sostienen que representa un nuevo estilo político que se enfoca en los resultados.

«No soy un Mesías, ni pretendo serlo, soy un servidor público con un compromiso», dijo Capriles en febrero de 2012 explicando entonces cómo su estilo se diferenciaba del de Chávez.

La candidatura de Capriles avivó las esperanzas de los opositores de que llegara a su fin el proyecto político que desde 1999 prometió convertir a Venezuela en un Estado socialista. Sin embargo, pese a las nacionalizaciones y los cada vez mayores controles gubernamentales, Chávez en muchas oportunidades dio marcha atrás a medidas impopulares, por lo que el equilibrio entre los sectores público y privado de la economía no cambió mucho durante sus casi 14 años de mandato.

Capriles prometió revisar y mejorar los programas sociales para los pobres combinándolos con la promoción del sector privado.

Al igual que en los pasados comicios de octubre, Capriles evitó a menudo referirse directamente al legado de Chávez y dejó pasar oportunidades para atacarlo verbalmente.

El líder opositor optó por ignorar las acusaciones del oficialismo de ser «hijo de la oligarquía» y representante de los intereses estadounidenses en esta nación sudamericana y en sus recorridos por los 23 estados del país prefirió enfocarse en escuchar y comentar acerca de los problemas que agobian a los pobladores.

Capriles logró avances en algunas áreas pobres que tradicionalmente habían votado a favor de Chávez, dejando en claro que le da la bienvenida a los partidarios de ambos bandos.

«Para mí no es ajeno ni me es extraño poder conversar, poder ponerme de acuerdo con personas que han sido seguidores de la causa del gobierno», dijo Capriles el miércoles. «Yo lo he demostrado como gobernante, si usted tiene un problema, aquí vengo yo para solucionarlo. Quiero ser el presidente de todos los venezolanos».

Además de «burguesito», el fallecido mandatario en su momento y algunos de sus más cercanos aliados a menudo lo han llamado «fascista» y simpatizantes del gobierno han pintado esvásticas en su propaganda electoral.
«Me llaman nazi y no saben que mis bisabuelos murieron en un campo de concentración» porque eran judíos, dijo Capriles a un grupo de periodistas en 2011.

Capriles ha afirmado varias veces que aprendió de sus abuelos maternos a «no abrigar odio en mi corazón» y que le «enseñaron a valorar la tolerancia». Ellos estuvieron sometidos durante 22 meses al confinamiento en un gueto de Varsovia, en Polonia.

Sus abuelos maternos Andrés Radonski y Lili Bochenek de Radonski, de origen judío sefardí-holandés y ruso-polacos, escaparon de la persecución nazi y tras refugiarse en la isla caribeña de Curazao finalmente llegaron a Venezuela en 1947 con nada más que una maleta, según ha narrado Capriles. Sus bisabuelos maternos murieron en el campo de concentración de Treblinka, en Polonia.

Los Radonski lentamente acumularon una fortuna después de fundar una empresa de alimentos que se convirtió en la filial local de la empresa estadounidense Nabisco Inc. El próspero grupo empresarial familiar abarca el sector inmobiliario, de medios de comunicación, industrial y de servicios.
Capriles recuerda con cariño la cercana relación que compartió con su abuela antes de su muerte en 2004.

«Mi abuela era mi mejor amiga. Una persona que leía mi mente como pocas», dijo Capriles durante una entrevista. «Me enseñó el mundo».

Capriles estudió derecho mercantil en la Universidad Católica Andrés Bello y derecho tributario en la Universidad Central de Venezuela, ambas en Caracas.
También tomó cursos relacionados en el IBFD International Tax Academy en Amsterdam, el Centro Interamericano de Administradores Tributarios en Viterbo, Italia, y la Universidad de Columbia en Nueva York.

Fue el último y más joven vicepresidente del extinto congreso bicameral y presidente de la Cámara de Diputados entre 1999 y 2000. Fue alcalde de Baruta entre 2000 y 2008 y miembro fundador y líder del partido independiente Primero Justicia. En 2008 fue electo gobernador de Miranda tras derrotar al teniente del ejército en retiro Diosdado Cabello, actual presidente de la Asamblea Nacional y considerado uno de los líderes más poderosos del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela por los vínculos que mantiene con sectores económicos y la importante ascendencia que tiene en el mundo castrense.

Sus críticos en la izquierda venezolana lo acusan de ser un derechista disfrazado de progresista, en alusión a que a Capriles le gusta compararse con el ex presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, a quien considera un promotor de la igualdad empresarial y los programas contra la pobreza. Incluso tomó prestado e hizo propio el afamado programa de Lula «Hambre Cero», un esfuerzo de distribución de programas sociales entre las clases más pobres.

Los críticos oficialistas, en tanto, cuestionan sus acciones en una protesta en 2002 durante un fallido golpe de Estado que dejó brevemente al presidente Chávez fuera del poder.

Cuando manifestantes furibundos cortaron la electricidad y el agua a la embajada de Cuba durante el golpe, Capriles entró a hablar con el embajador de Cuba. Capriles dijo que trató de disuadir a los manifestantes de sitiar el edificio, pero la Fiscalía lo acusó de violar la extraterritorialidad de la embajada. Pasó cuatro meses en la cárcel antes de que su caso fuese desechado.

Como la gran mayoría de los venezolanos, Capriles es católico y a menudo lleva un rosario alrededor del cuello.

 

 

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