Trato de abrirme paso entre un calor y un tráfico citadino infernal, es un día cualquiera en la vida de un venezolano de a pie. Enciendo la radio de mi carrito y en el dial solo encuentro emisoras pro-gobierno que me hablan de las supuestas “bondades” de la revolución. Debo hacer algunas compras, pido a Dios que el dinerito me alcance. Entre mis necesidades inmediatas se encuentran: Papel higiénico, queso blanco, harina de maíz, margarina, café y aceite.
Un apagón de los que a diario se presentan a lo largo de todo el país, se aparece en el momento más inoportuno para mí. Colapsan los semáforos, los choferes enloquecen queriendo apurar su marcha. Trato de mantener la calma, me acerco a un cajero electrónico, necesito hacer el retiro del efectivo de mis compras. A mi lado camina una señora, nada de cara de rica tiene, es solo eso una señora de a pie como yo.
De pronto aparece un hombre, corpulento, con una gorra y con una decisión determinante, le arrebata el bolso a la señora, no sin antes asestarle un certero golpe, en la boca con el cañón del arma que portaba. La pobre doña pega un grito que más bien parece un alarido, todavía retumba en mis oídos. La ayudo junto con otros de los presentes a reponerse. Algo buscaba en el piso. Del golpe con el arma, se le cayó su dentadura postiza. La dama se retira luego de encontrar sus dientes entre locura y confusión.
Me retiro contrariado, aun necesito comprar lo citado. Al abordar de nuevo el vehículo una cadena de los medios de comunicación del Estado Venezolano, interrumpe la programación de un especial musical, que tanto me costó encontrar entre discursos anti-imperialistas. Llego al abasto, es un chino el propietario, él me conoce soy su asiduo comprador. Luego de saludarlo, lo increpo: “Chino, ¿tienes papel toilet?” me mira y sonríe como diciendo “Estás loco”. No hay. Harina, “menos”.Al final solo consigo un aceite de una marca de poca calidad y una margarina de otra marca desconocida.
A falta de queso blanco opto por el amarillo, he recorrido tres sitios más y todos me miran como si pidiese “pepitas de oro”. En cadena nacional el encargado, Nicolás, dice que ahora sí tenemos “patria”, que se la debemos al difunto que nos la dejó ¿..? No puedo dejar de preguntarme, ¿cuál patria?, de ¿delincuencia, apagones y escasez? No propone el candidato del continuismo nada en concreto. Habla de dignidad, de los burgueses y un inmenso etcétera.
No puedo para de pensar, ¿será que a los chavistas no les afectan estos problemas de nuestra vida cotidiana?, al llegar a casa, y solo gracias a la señal del cable, por Globovisión, se escuchan palabras del flaco de Venezuela, Henrique Capriles. Un discurso serio, honesto, sencillo pero con mucho sentimiento. Nos ofrece trabajar contra la inseguridad, trabajar porque en nuestros abastos haya mercancía, porque los salarios alcancen, otra cosa pues, un discurso real, de la vida real. Yo le creo, por eso afirmo: “Chávez te lo juro, yo NO voto por Maduro”, mi voto es para el flaco. Que Dios bendiga a Venezuela, amén.
#Opinión: Chávez te lo juro, yo NO voto por Maduro Por: Emigdio Castillo
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