La imitación consciente le permitía al hombre aprender todos los conocimientos que sus padres y líderes habían adquirido.
Si el jefe de la tribu lograba una forma mejor de utilizar su lanza, los demás imitaban al cacique. De esta forma el hombre aprendía nuevos conocimientos a base de copiar lo que su jefe hacía. Con Maduro está pasando algo distinto, ha tratado de imitar al “jefe ido”, pero el pobre no pega una. A propósito de esta situación señala Fernando Egaña: “Una copia devaluada es siempre una mala copia. Y en el caso de Venezuela, la mala copia puede ser aún más dañina que el original, tal y como la realidad lo está indicando en la suprema gravedad de la crisis”.
En el área psicomotora no es fácil lograr el nivel de imitación. Crear o improvisar un discurso, como lo hacía el benefactor, es imposible; en muchos casos ni los legítimos hijos pueden lograrlo, mucho menos uno postizo. Es el trauma que vive iracundamente el aspirante Maduro. De allí, lo que dice el pueblo: “Ni chicha ni limonada”. El oficialismo está pagando caro la visión errática que asumió el bienhechor cuando durante su mandato de 14 años nunca quiso que nadie más le hiciera sombra. Su narcisismo y egolatría, además de otros defectos, impidió que otros ocuparan su liderazgo. Están en un callejón sin salida, andan desesperados y no encuentran que hacer. El final se les acerca.
Un liderazgo no puede construirse de la noche a la mañana, es imposible. Cuánto tiempo no tardo y cuántas cosas no hizo el tutor para convencer y lograr sus objetivos? Dio golpes de Estado, estuvo preso, sufrió, creo, inventó, cantó, bailó, ofendió, humilló, hizo, deshizo, en fin, todo lo que se le ocurría en el escenario político. Los imitadores no tienen cabida, jamás superan al creador, esa es la realidad. Maduro cada vez que trata de imitar al mentor hace el papel de ridículo y queda mal parado, caso palpable lo del pajarito. Hace días pronunció estas frases: “Maduro métele medio plátano a caprichito y ahora le metes el otro para que sea completo”. A quién puede convencer este triste chofer. Con ese tipo de mensaje tan ordinario, lejos de llamar la atención, deja en entredicho su formación académica. A estas, el soberano goza un imperio, pero también lo descalifica cuando agregan: “Plátano maduro no llega a verde”
La sucesión hereditaria del poder en Venezuela no funciona, aquí no hay monarquía, eso de imponer un presidente cae de mal gusto y es justamente lo que está viviendo el país. Esa situación, lejos de favorecer, perjudica al aspirante. Sin lugar a dudas, que la decisión del TSJ se convirtió en un bumerán. Además, entre las otras realidades que opacan la candidatura de Maduro, está la reciente devaluación de nuestra moneda. Y peor aún, ante la presente crisis económica, mantiene una campaña multimillonaria y despilfarradora, pagada con dinero del tesoro nacional. En su mandato ha aumentado la escasez de productos de primera necesidad, se ha incrementado la inseguridad, los servicios públicos se desmejoran y pare de usted de contar.
Maduro es el único que tiene formación política en Cuba, ya que en ella vivió. Se habla, que si logra la presidencia radicará el proceso por mandato de la Habana, y le aumentará el subsidio a Cuba, cuyo monto ronda por el orden de los trece mil millones de dólares, incluidos 115000 barriles diarios de petróleo; por lo visto es un botín bastante jugoso que muy bien se pudiera invertir en nuestro país en escuelas y hospitales. Maduro no convence, el pueblo lo ve como un hombre sin identidad propia, no ha hecho más que decir: ¡Yo soy Chávez! Al otro día asevera: ¡Yo soy el hijo de Chávez! Dijera Cantinflas: “Maduro está confundido y confundiendo a los confundidos que más que confundidos están”.
Recientemente exhibió en público un uniforme verde oliva como el que usan los hermanos Castros. Díganme si eso no es una tremenda ridiculez, el benefactor era militar, de repente, a él le lucía, pero al susodicho, nada que ver. Da la impresión que Maduro le debe hasta la forma de caminar a sus preceptores. Por esta razón, el pueblo aspira un presidente original con ideas propias y renovadas. De allí que Maduro no convence.
#Opinión: Maduro no convence Por: Juan Lárez
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