Los venezolanos tenemos el domingo 14 de abril otra cita con la historia. El tiempo de Dios es sagrado y el creador nos da una nueva oportunidad. Tiene tiempo tocándonos el timbre para impedir que nos tumben la puerta.
¿Qué hacer? Primero que nada recuperar la serenidad y el buen humor que nos asistía hace más de 14 años. Si Bolívar se hubiera rendido luego de la experiencia vivida en La Puerta, jamás habría llegado a Carabobo.
No hay que perder la perspectiva. Hay varios eventos en el camino. Jehová nos dice que de ninguna manera estamos derrotados. Residimos en la lucha y nadie señaló que era corta. Nos corresponde volver a votar. Sin pretextos. Al gobierno le conviene que nos indignemos, y a nosotros, crear un muro de contención para impedir que sigan desbaratándonos.
Esto es para la gente que tiende a irritarse desproporcionadamente. Parece que un 70 por ciento de los venezolanos anda por estas calles destilando hiel y amargura. Yo que pensaba que con este gobierno y el de Hugo Chávez, nuestro país seguía siendo después de 14 años de revolución un pueblo alegre, porque virtualmente tenemos lo que ningún otro político en el pasado nos ha dado: Seguridad, educación, atención médica, alimentación, cultura, información, identidad, dignidad y sobre todo, amor.
Pues nada de eso. Pareciera que el estrés de nuestra sociedad moderna acaba hasta con las mejores intenciones, y que los venezolanos ya no son capaces de soportar ni una sola mala noticia más.
Claro, puedo entender que a algunos se les revuelva la bilis cuando escuchan a Nicolás Maduro tratando de imitar a Hugo Chávez o de utilizar su espíritu para darle continuidad al asunto.
Aunque reconozco que pertenezco al 30 por cierto de los no irritables, entiendo que a cualquiera se le cuaje el hígado cuando ven el programa de Mario Silva en Venezolana de Televisión.
Pero no se preocupe, todo en la vida tiene solución. Algunos especialistas indican ciertas alternativas para resolver la cosa:
Viajar: Muy fácil, abundan los destinos asequibles. Móntese en cualquier autobús, buseta o rapidito que haya sido contratado por el gobierno para reclutar gente y llevarla a las concentraciones de maduro. Lea retacitos del pasado lunes primero de abril sobre la movilización de la gente que recibiría al candidato.
Realizar ejercicio físico: Puede correr atrás del autobús, buseta o rapidito, y así se ahorra, apretones, pisotones, patadas, o hasta que le peguen un violín. Pero no se le ocurra correr detrás de una unidad de la policía municipal porque se va a pegar tremenda enredada cuando le muestren la tarifa.
Disciplinas orientales: Actividades como el yoga y el tai chi se encaminan a conseguir la unión armónica de la mente y el cuerpo. Si no encuentra chinos que lo orienten, no se preocupe, todavía quedan cubanos que pueden ayudarle.
Control del tiempo: Si aún no se lo han robado, bote su reloj, que de todos modos lo tiene de adorno. Los demás se encargarán de decirle que llegó tarde a mercal para comprar 2 pollos, o al supermercado porque la harina, el azúcar, la margarina, el papel higiénico, la crema dental y otros productos se terminaron.
Alimentación: Sencillo, aunque ande ladrando porque no consigue nada que comprar, no le quite la comida al perro.
Música: Váyase un fin de semana a cualquier esquina de la ciudad, y cálese un reggaetón o vallenato cuyo estruendo agudo, desapacible y chirriante sale de los vehículos de quienes tomaron las calles de Barquisimeto como cantinas públicas, para que descanse de los temas de Alí Primera, gastados en los canales radiales y televisivos del gobierno.
Fantasía: Imagínese que por lo menos una de las promesas de Nicolás Maduro es cierta, o que lo atropella Amalia Sáez.
Todos estos buenos consejos dejan a un lado lo que me parece más importante: Que no puede haber buen humor, si primero no hay humor.
El humor es esa flexibilidad que nos permite tomar todo con la ligereza suficiente como para no tener que tragarnos un frasco de antiácido cada media hora.
Será otro país, si después del domingo 14 de abril se invierte la proporción de amargados, ¿no?
Por eso, hay que detener los residuos de Chávez y el mejor instrumento es el voto.
Usted decide. Sin excusas, a votar. La patria y el momento histórico lo exigen.
Abajo la histeria y arriba la democracia.
Mantengamos claro el hecho de que la máxima autoridad en nuestras vidas es Dios, y nada ni nadie puede usurparla. “El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos. (Daniel 2:21).
#Opinión: Vote y bote el estrés Por: Orlando Peñaloza
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