En estos últimos 14 años votar se ha convertido en una rutina casi sacramental para los venezolanos. Paradójicamente, sin embargo, hoy tenemos menos posibilidades que nunca de elegir porque el gobierno ha desvirtuado la participación ciudadana al forjar un sistema electoral que, aunque avanzado desde el punto de vista tecnológico, ha sido concebido para legitimar la permanencia en el poder del chavismo.
A pesar de las violaciones a la Constitución, el uso irrestricto de los recursos públicos en la campaña electoral y la manipulación que Maduro ha realizado de la muerte del Presidente para promocionar su candidatura, los factores democráticos decidieron participar con su candidato natural en este caso, Henrique Capriles Radonski.
En un magnifico discurso que refleja su maduración como líder político, el candidato de la Mesa de la Unidad dijo que esta campaña representaba la lucha de la mentira contra la verdad. Aceptar participar en un proceso que no sólo es desigual en normas, medios y recursos, sino que está enmarcado dentro un proceso creciente de autoritarismo es, sin duda, un acto que denota valentía y responsabilidad con el país.
La opción más sencilla para la oposición y la que más convenía al gobierno era la abstención. En vez de ello, los partidos que hacen vida en la Mesa de la Unidad se decantaron por la vía electoral. Un camino que, sabemos, está sembrado de escollos y amenazas dada la criminalización de la disidencia.
El candidato de la unidad dijo que hablará con la verdad frente a un gobierno inescrupuloso, secretista y opaco. Decir la verdad tal vez no rendirá frutos inmediatamente pero si nos puede conducir a un gran cambio cualitativo en la política venezolana. Tal vez en un futuro cercano podamos recuperar la dimensión ética de la política, el valor del servicio público y en definitiva la democracia como forma de vida.
Como ciudadanos debemos preguntarnos: ¿Qué estamos haciendo para que esto sea posible?. Es fácil pensar que no podemos hacer nada y que votar en estas circunstancias no vale la pena. Sin embargo, en este momento de oscuridad para nuestra república, aún tenemos el voto. Votando el 14 de abril expresaremos nuestro descontento con la situación actual, con el abuso de poder, con la siembra de resentimiento entre los venezolanos, y con la destrucción moral y económica del país.
Comprendamos que abstenerse significa rendirse, bajar la cabeza y aceptar que el grupo que gobierna se adueñe del país entero. Una votación vigorosa por el candidato unitario fortalecerá legitimidad para seguir luchando hasta restaurar la democracia, la paz y la libertad para nuestro país.
#Opinión: ¿Votar? Por: Ingrid Jiménez Monsalve
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