Se abrió la jaula, regresó al Teatro Juares con más reflexiones que nunca. El pasado jueves sirvió para meditar a través de cinco testimonios que alertaron a los guaros sobre el amor, el sexo y la vejez. Se sintió el llamado de aceptación que los personajes pronunciaron.
Abrió el telón y los espectadores encontraron un lugar para reír, soñar y pensar.
Música, brillo y lentejuelas tomaron las tablas. Jean Carlo Simancas (Glamour), José Luis Useche (Guaca) y Jonathan Montenegro (Marylanda) se vistieron de grandeza para interpretar a un grupo de irreverentes travestis.
Claudio de La Torre (Junior) y el joven Alfredo Lovera (René, el hijo de Glamour) eran los heterosexuales que compartían sobre el escenario con “las locas”.
Como anfitriona, se lució la bailarina Anita Vivas.
El espectáculo musical, escrito y dirigido por Enrique Salas, relató “menos mentiras y más verdades, menos deportes y más plumas”.
Fue un recorrido por los capítulos más vibrantes y trascendentales de los travestis en el cabaret que dejó su esplendor en los años 80.
“La jaula eres tú”, exclamaron los personajes que desnudaron sus sentimientos.
Así surgió la definición de esta frase. “¿Qué es una jaula?”, se escuchó en la voz de la elegante Glamour. La respuesta causó risas. Guaca y Marylanda la describieron como un “closet, el lugar donde vivía Larry… La Ricky Martín”.
Al referirse a la jaula no pasaron por alto al polémico pajárito “en este momento de la historia”.
El oficio de “ser loca”
Refugiadas en la jaula por la intolerancia, Glamour, Guaca y Marylanda confesaron lo díficil de disimular sentirse atraídas por el mismo sexo. “El ser loca y asumirlo no es una decisión fácil”.
Como un acto de valentía describió Glamour, la más respetada de todas, gritarle al mundo que era diferente. Más por el hecho de casarse y tener un hijo.
El amor como argumento
Tras una sesión de catarsis, Junior, un chulo que se roba los suspiros de mujeres y hombres en el cabaret, rechazó entregar su cuerpo y su corazón. Mientras tanto René, aún virgen, se debatía entre el amor y el sexo.
Los jóvenes no sabían amar. Pero “las locas” conocían perfectamente el sentimiento, que junto al sexo, mueve el mundo. Contaron que la piel pasó a sustituir las emociones y que el cuerpo sólo recrea una fantasía, sin compromisos. Ubicaron el amor sobre la promiscuidad.
El tiempo da pasos firmes
Se abrió la jaula se ambientó en cualquier día de julio donde Glamour cumplía un año más de vida, “un año más cerca de la muerte”. Para él, o ella, la vejez nunca estuvo en sus planes. En consecuencia, la fecha era un peso, un recuerdo de “que el espejo habla muy mal” de su imagen. Pero sus amigas, esa familia escogida, fueron bastión de apoyo. Las tres, unidas pese a sus diferencias, bailaron y tendieron un puente hacia la felicidad que residía en la cálida y nostálgica jaula, descrita como un cabaret, pero que en realidad era el sitio donde se podía ser libre y auténtico.