Para el presidente interino de Venezuela y candidato oficialista, Nicolás Maduro, ganar las elecciones presidenciales del 14 de abril será lo de menos.
El desafío del heredero del fallecido presidente Hugo Chávez vendrá después, cuando según advirtieron el sábado varias encuestadoras el clima político y económico se deteriorará, atizado por la incontenible inflación y la escasez de alimentos.
Maduro, a quien las encuestas dan una holgada ventaja sobre el opositor Henrique Capriles, gobernará un país de 29 millones de habitantes cansados del alto costo de la vida, dos devaluaciones en lo que va del año y una década de controles de cambio y de precios.
«Maduro tiene asegurada la elección presidencial, pero lo que viene no es nada bueno. Lo que viene es muy complejo», dijo Oscar Schemel, presidente de la firma Hinterlaces, cuyo estudio más reciente pronostica un triunfo de Maduro por una ventaja de 17 puntos porcentuales.
Cuatro encuestadoras reunidas el sábado en un foro organizado por la cadena oficialista de televisión Telesur coincidieron en que la muerte en marzo del carismático Chávez plantea grandes retos para el chavismo en medio del empeoramiento de las variables económicas.
Durante sus 14 años en el poder, Chávez culpó de la inflación al «remarcaje de precios impuesto por la burguesía» y del desabastecimiento de productos básicos al «acaparamiento de los especuladores».
Pero según Luis Vicente León, presidente de la prestigiosa encuestadora Datanálisis, Maduro no tiene el «estabilizador emocional» de su ex jefe.
«El margen de maniobra para cualquiera que gane la elección es mínimo. La crisis económica le explotará en la cara de inmediato», escribió el analista en su cuenta de Twitter @luisvicenteleon.
Maduro a la cabeza
Las encuestadoras prevén una holgada victoria de Maduro sobre el joven gobernador Capriles en las elecciones, que tendrán lugar seis semanas después de la muerte de Chávez en el inicio de su cuarto mandato.
El arranque de la campaña electoral estuvo caracterizado por el cruce de insultos. Las encuestadoras prevén una participación en los comicios en torno a un 70 por ciento, inferior a las presidenciales de octubre.
«En una campaña tan corta es muy difícil romper la tendencia, a menos que ocurra un hecho que cambie la psicología electoral», dijo Jesse Chacón, un ex ministro de Chávez y presidente de la encuestadora GIS XXI, que proyectó tres escenarios, todos ellos con triunfo de Maduro.
Pero los encuestadores dijeron que el próximo gobierno debe atender con urgencia otras aspiraciones insatisfechas de los venezolanos, como el progreso, la superación personal y la mejora del empleo.
Maduro, elegido por Chávez como su sucesor político en medio de su convalecencia por el cáncer contra el que luchó por casi dos años, ha mantenido en primer plano la imagen del mandatario e intentado copiar su estilo locuaz en la campaña.
Partiendo en posición de desventaja y con las encuestas en contra, Capriles reemplazó el discurso de conciliación que le permitió a atraer a cientos de miles de votantes indecisos en las pasadas elecciones por una estrategia que busca responsabilizar a Maduro de los problemas del país.
Pero según Hinterlaces, que ha detectado un alza en la intolerancia de la población hacia sus problemas cotidianos tras la muerte de Chávez, los venezolanos están cansados.
«Lo que viene con la ausencia del presidente es una acentuada fatiga por la polarización, que ha venido creciendo», dijo. «La capacidad de Chávez de resignificar las adversidades no la tiene ningún líder del chavismo. Maduro tiende a imitar a Chávez y eso debilita su posición», agregó.
Cruce de promesas
Los venezolanos han colocado históricamente la inseguridad y el crimen al tope de sus problemas, pero en los últimos meses algunas encuestadoras revelan que el costo de la vida y la escasez les resultan más preocupantes.
«Denme la oportunidad de demostrar que yo lo puedo hacer bien», dijo el sábado Capriles desde el occidental estado Falcón, azotado por frecuentes cortes eléctricos y desabastecimiento. «La inflación está disparada y coma va, si esto sigue, terminamos con 30-40 por ciento este año», sostuvo.
El candidato opositor prometió que de ganar incrementará los salarios en un 40 por ciento para compensar los efectos causados por la inflación y las devaluaciones. Maduro, por su parte, ha hecho énfasis en que reducirá la criminalidad y mejorará la gestión estatal.
«íYa basta de burocracia, de corrupción, de indolencia!», clamó Maduro con un penacho indígena en la cabeza desde el rural estado Amazonas, tras acusar a la opositora gobernación de ese estado de ignorar las denuncias cotidianas.
Pero en un recordatorio del malestar en algunos sectores, estudiantes identificados con la oposición manifestaron el viernes a las puertas de los bancos del Estado en rechazo al desempleo y los embates de la pérdida de valor de la moneda local, el bolívar.
«Gracias Maduro, por devaluarnos el futuro», decían algunas de las pancartas que desplegaron.
La mayor productora de alimentos del país, Empresas Polar, dijo el viernes en un comunicado que la falta de divisas está afectando sus operaciones, impidiéndole importar la materia prima necesaria para mantener los supermercados abastecidos e hizo un llamado a Maduro a buscar soluciones.
Maduro tiene el reto de ganar con una brecha importante», dijo Schemel, el presidente de Hinterlaces.
«El reto de la oposición es mayor, al tener que sobrevivir a una nueva derrota», añadió, «pero tiene a su favor la acelerada pérdida de respaldo al oficialismo si no se resuelven los problemas graves».