Por el país que queremos, tenemos que unirnos todos. Es el mensaje de Henrique Capriles. Es lo que le he escuchado decir en público y en privado.
Es lo que cree sinceramente y está comprometido a poner en práctica desde el gobierno. El presidido por él será un Gobierno de Unidad Nacional.
No un gobierno de partido, ni siquiera de todos los partidos que conforman el amplio abanico de la Mesa de la Unidad que lo postuló unánime, en un consenso sin cartas escondidas, conversado francamente, responsablemente, precedido de las históricas primarias de 2012. Porque esas organizaciones políticas que han dado ese paso gigantesco entienden bien que el país es mucho más grande que ellos, y mucho más importante, desde luego. Que Venezuela está por delante.
Vamos todos en una sola tarjeta. Integramos, en seguida, un comando político estratégico representativo de nuestra pluralidad que incluye personalidades independientes. La Mesa se ha ensanchado durante la campaña, para incorporar a todas aquellas organizaciones políticas, con independencia de su tamaño, que se han sumado a este esfuerzo venezolano. Todas son evidencias de un espíritu que Capriles, nuestro candidato, ha resumido bien: “Estamos más unidos que nunca”. Y es verdad.
En la rueda de prensa del lunes primero, antes de dar comienzo a la campaña formal, el candidato de la Unidad dio mensajes claros. Aquí lo que está planteado no es poner pueblo contra pueblo, es ponernos todos contra los problemas, para resolverlos. ¿Enemigos? No reconocemos otros enemigos que el atraso, la pobreza, la violencia, la escasez, la desnutrición, la enfermedad, la ignorancia.
Los que siempre quieren dividirnos, que andan sembrando encono, marcando discriminaciones, decidiendo exclusiones, cultivan la distancia entre venezolanos y se la pasan señalando enemigos de los venezolanos entre los mismos venezolanos. Cuando escribo este artículo, el más reciente ha sido “los hijos de Hitler”, probablemente de aquí a su publicación ya habrá salido otra descalificación. ¿Qué ganamos con esparcir la falsa semilla de un odio infundado?
En esta campaña breve, intensa, decisiva, ellos se ufanan de no poseer una sola idea propia. Raro orgullo. En lugar de la idea, la invectiva, la invocación al causante y crear miedo para exprimirlo hasta la última gota, vieja receta fascista.
Pero mantener la división nos es costoso. Los problemas se acumulan y se empeoran, porque para enfrentarlos y resolverlos hacemos falta todos. Y entre nosotros se abren brechas, se ensanchan distancias, que hacen más difícil todo, hasta la vida en las familias.
Un Gobierno de Unidad Nacional, como el que Capriles está comprometido a encabezar, no perseguirá a nadie, no amenazará lo logrado por ningún sector. Al contrario, servirá para que todos tengamos más y mejores oportunidades de realizar nuestras metas, de progresar, de crecer.
Esperanza, fe, valentía, es lo que Capriles nos ha pedido. Es lo que él mismo nos está ofreciendo como servidor público. En verdad, es lo que Venezuela nos pide y, si nos ponemos a ver, no es mucho pedir, porque Venezuela es de todos.