Nancy Bertler y su equipo resistieron semanas de duras condiciones en el lugar más frío del planeta para extraer muestras de hielo de un pasado remoto en busca de pistas sobre el futuro del clima.
Excavaron cientos de muestras, cada una ligeramente más larga y ancha que un bate de béisbol, en la capa de 800 metros (media milla) de espesor que cubre la isla Roosevelt de la Antártida. Las muestras, que podrían representar 150.000 años de nevadas, casi no sobrevivieron el viaje de regreso a Nueva Zelanda en buque debido a un corte de electricidad.
El campamento de Bertler en la isla Roosevelt se encuentra a tres horas de vuelo de los puestos de avanzada permanentes en la Antártida más cercanos, la Base Scott y la Estación McMurdo. La isla está rodeada por la Plataforma de Hielo Ross, la masa de hielo flotante más grande del mundo, con un área del tamaño de España.
Bertler espera que el material le ayude a calcular cuánto durará la plataforma Ross antes de desintegrarse debido a la tasa actual de calentamiento climático.
Las muestras contienen material que, según Bertler, podrían ser sedimentos marinos de formación reciente, por lo menos en términos geológicos medidos en miles de años.
Eso podría confirmar las sospechas de los científicos de que la plataforma podría perder más hielo si las temperaturas siguen subiendo, desencadenando una serie de acontecimientos que podrían elevar los niveles de los mares en todo el mundo.
«Desde un punto de vista científico, es algo digno de entusiasmo. Desde el punto de vista personal, es realmente atemorizante», comentó Bertler, del Centro de Investigación de la Antártida en la Universidad Victoria de Wellington.
La plataforma actúa como una barrera natural que protege vastas cantidades de hielo en la Antártida occidental, el cual también podría caer en el océano si la plataforma se desintegrara. Los científicos dicen que en ese sector de la Antártida hay suficiente agua congelada como para elevar los niveles de los mares entre dos y seis metros (6,5 a 20 pies) si buena parte se derritiera.
Ted Scambos, científico principal en el Centro Nacional de Datos de Nieve y Hielo, en la Universidad de Colorado, aclaró que, aun en el peor de los casos, podrían pasar por lo menos 500 años antes de que se derritiese el hielo de la Antártida occidental.
Sin embargo, advirtió que el descubrimiento de sedimento indicaría que una porción significativa de la plataforma helada amenaza volver a tornarse inestable y que las consecuencias son «enormes».
Bertler espera que el material recuperado le ayude a calcular para fin de año si se llevará 50 ó 500 años para que la plataforma de hielo se derrita, según la tasa actual de cambio climático. Esas respuestas podrían ser importantes para los políticos que, según dijo, podrían tener que decidir si se construyen rompeolas o se desplaza a las poblaciones tierra adentro.
Para los científicos, el hábitat intacto de la Antártida ofrece un laboratorio ideal para estudiar los efectos del cambio de clima.
El proyecto de Bertler ha tomado unos siete años para completar y costó 11 millones de dólares neocelandeses (9,2 millones de dólares), en su mayoría procedentes del gobierno de Nueva Zelanda. También participan científicos de Australia, Gran Bretaña, China, Dinamarca, Alemania, Italia, Suecia y Estados Unidos.