El proceso de diálogos de paz marcha bien y de acuerdo a lo estipulado, destacó el martes el presidente Juan Manuel Santos ante nuevas versiones de dificultades en las negociaciones que adelanta con la guerrilla de las FARC.
Esas versiones sobre dificultades en la mesa entre el gobierno y las rebeldes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, que se desarrolla desde fines del 2012 en La Habana, surgieron luego de que el 30 de marzo, en un escueto comunicado conjunto, las partes dijeron que reanudarían sus encuentros en Cuba en la tercera semana de abril y no en la jornada, como estaba previsto . No dieron detalles del aplazamiento.
Santos también aprovechó para contratacar a quienes hablan mal del proceso de paz y hacen «eco al terrorismo», aunque no mencionó a sus predecesores, los ex presidentes Alvaro Uribe (2002-2010) y Andrés Pastrana (1998-2002), quienes han sido duros críticos a los diálogos en Cuba.
«Ese proceso va marchando bien, va marchando de acuerdo a lo que hemos venido estipulando», dijo Santos en la jornada en su tradicional programa de entrevistas radiales «En Línea con el Presidente».
Los que critican la negociación en La Habana y resaltan que hay un rebrote de inseguridad en el país, indicó Santos, «le hacen juego al terrorismo. Porque, ¿qué es el terrorismo? El terrorismo es generar terror entre la población para intimidar y dar la falsa información…Entonces un terrorista sin medios de comunicación le queda muy difícil ser terrorista…Entonces los que están haciendo eco al terrorismo en el sentido de magnificar y exagerar muchas veces actos delincuenciales, pues están haciendo un tremendo daño y un gran favor a los delincuentes».
La víspera, uno de los negociadores rebeldes en Cuba, Rodrigo Granda, dijo a la emisora colombiana La FM que el aplazamiento era un asunto normal en un proceso de negociaciones. «Hay consultas de las partes y entonces nosotros, con toda tranquilidad, vamos a analizar las situaciones y a presentar nuevas propuestas que permitan llegar a mayores confluencias con el gobierno. Eso es todo, no hay nada más», insistió Granda.
El establecimiento del diálogo con el mayor grupo rebelde del país «no fue improvisado, eso no fue hecho de la noche a la mañana, eso fue calculado milímetro a milímetro», añadió el mandatario al admitir que tales negociaciones se cumplen en medio de las acciones armadas de los dos lados lo que «es difícil de entender para mucha gente».
Según Santos, algunos «dicen: `¿cómo así que están conversando en Cuba, pero al mismo tiempo aquí se están dando plomo?’. Pues esa es la modalidad nuestra, que impusimos nosotros» desde el gobierno, acotó el mandatario.
Hace una década, en un anterior intento de negociar la paz con las FARC fue «la inversa: el gobierno pidiendo a gritos cese al fuego y la guerrilla diciendo que no y…ahora somos (en el gobierno) los que decimos que no porque ha cambiado la correlación de fuerzas en materia militar» entre los rebeldes y la fuerza pública, que en los años 90 enfrentó a una poderosa guerrilla de más de 20.000 integrantes entre armados y milicianos.
«Nosotros no queremos dar ningún tipo de ventaja de ninguna naturaleza sino que hasta que lleguemos a los acuerdos, mientras tanto, si no hay acuerdos, si esto fracasa, al país no le ha costado nada porque no hemos dado ninguna concesión militar» a la insurgencia que, a partir de la década pasada, comenzó a replegarse y a sufrir derrotas a manos de los militares y la policía.