El embaulamiento y mantenimiento de los drenajes deben ser apuntados en la lista de prioridades del gobierno local, cuyas autoridades deben distanciarse de la diatriba política en servicio de la colectividad y suscribir alianzas con la gobernación, en miras a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
Está demostrado que cuando la agenda oficial es marcada por la política, el proselitismo y los debates, el crecimiento de la ciudad se detiene y los principales afectados son los habitantes.
Tras las recientes y sorpresivas lluvias caídas sobre territorio larense durante los últimos días, la ineficiencia con la cual las autoridades encargadas de mantener las quebradas o bucos han abordado esta inaplazable responsabilidad se hizo más evidente.
Las hondonadas que canalizan las aguas estuvieron a punto de desbordarse. La ciudad colapsó, debido a que buena parte de sus vías arteriales se inundaron con suma rapidez.
Los vehículos no podían transitar a más de 20 kilómetros por hora, a propósito de que sus conductores temían quedarse en medio de las lagunas.
Las aceras quedaron tapadas por el agua y transitar a pie por las avenidas y calles anegadas se hizo imposible.
Una vez pasados los torrenciales las alcantarillas quedaban tapadas por basura, ramas y escombros, sin que esto llamase la atención, de manera inmediata, de las autoridades de la región que debían ordenar el despliegue urgente de cuadrillas de limpieza.
La acumulación de basura y escombros en las quebradas, así como el crecimiento de lotes de maleza que se hacen cada día más densos, la inexistencia de un adecuado sistema de drenajes, la obsolescencia de las tuberías de aguas servidas y, en ocasiones, la conexión inadecuada de ciertos sistemas cloacales a los acueductos, figuran dentro de las causas principales que originan el colapso, no sólo de Barquisimeto, sino también de Cabudare.
Se hace impostergable que un grupo de expertos se reúna con periodicidad para diseñar el plan de mantenimiento de los drenajes que debería ser ejecutado en los próximos meses.
Fotos: Emanuele Sorge