Dicen que del amor al odio no hay más que un paso (y viceversa), y es muy posible que ese primer paso sea el que necesitas dar para transformar tu rechazo en algo positivo.
Si el solo hecho de pensar en el gimnasio te causa un dolor de cabeza, sigue leyendo este artículo y descubre cómo hacer para cambiar de idea y de estilo de vida.
Admítelo. A pesar de que has leído y escuchado cientos de veces todas las ventajas que brinda la actividad física, aun así sigues odiando hacer ejercicio y no toleras la idea de ir al gimnasio ni siquiera una vez por semana. Claro que te gustaría estar en forma, pero la tentación de permanecer cómoda(o) en casa o salir a comer con amigos es mucho mayor… ¿Qué puedes hacer? Considera los consejos siguientes:
Recuerda que nada es imposible y que el cambio depende de ti.
Analiza las razones que te hacen rechazar el ejercicio.
Busca la fuerza en la motivación.
El gimnasio no es el único lugar donde puedes poner tu cuerpo en movimiento.
Otra excusa muy común para posponer los ejercicios es la escasez de tiempo.
No te dejes sabotear por la idea errónea de “o todo o nada”.
Busca alternativas
Si el problema es económico, recuerda que el gimnasio no es la única alternativa ni tienes que tomar clases que se salgan de tu presupuesto necesariamente.
Y si lo que necesitas es compañía, busca un amigo o familiar que te acompañe.
Recuerda ser paciente
Realizar ejercicio donde la mayoría de tus músculos se mueven: baile, caminata, trote, natación, bicicleta, tae bo, pilates, etc. Buscar dos o más tipos de ejercicio que puedas hacer fuera o dentro de tu casa. La mayoría de ejercicios es mejor hacerlos con una o varias personas más que te ayuden a la motivación de realización diaria. También puedes hacer ejercicios en máquinas frente al televisor para evitar aburrimiento.
¡Anímate! Una vida en movimiento puede ser agradable para ti también. Si logras cambiar de idea y te enamoras del ejercicio, verás que los beneficios son muchos y ya no querrás abandonarlo ni un solo día.