Aunque ya se encuentra en plenas funciones de Papa, la elección de Jorge Mario Bergoglio como el pontífice 226 y el primero de la Compañía de Jesús, para los jesuitas sigue siendo realmente una enorme sorpresa que haya sido escogido por la mayoría de los cardenales en el cónclave realizado hace casi un mes, afirma el padre Francisco Javier Duplá.
El secretario del Provincial de los Jesuitas en Venezuela, quien fue entrevistado por reporteros de EL IMPULSO, expresa: “Nunca nos imaginamos que uno de los miembros de esta compañía llegara a ser Papa”.
El argentino Jorge Mario Bergoglio (hijo de italianos: Mario, empleado ferroviario, y Regina), primeramente se diplomó de técnico químico y después descubrió su vocación sacerdotal, habiendo ingresado como novicio el 22 de mayo de 1958 y siendo ordenado el 13 de diciembre de 1969.
Cercanía con la gente
El papa Francisco, quien al momento de ser elegido vicario de Cristo, era arzobispo de Buenos Aires, dice el padre Duplá, ha demostrado una cercanía muy grande con la gente.
-¿Qué piensa de ese comportamiento?
-Ha sido una prolongación de su actitud conocida como arzobispo de Buenos Aires, que augura buenos tiempos para la Iglesia. Allá, en su país era un hombre común y corriente, que andaba en autobús o en el metro, caminaba por las calles como cualquier ciudadano y ese comportamiento no lo ha cambiado. En Roma pagó la cuenta del hotel donde se hospedaba. Y, por supuesto, todo eso llamaba la atención de su personalidad muy cercana a los demás seres.
-¿Se ha producido un cambio dentro de la Iglesia?
-La figura del Papa ha estado asociada al distanciamiento, a cierto temor reverencial. Y el papa Francisco ha tratado de que no sea así. Más aún: la guardia pontificia, que es la encargada de su protección y cuido, anda muy preocupada porque no sabe hasta dónde puede llegar el comportamiento de este pontífice.
-¿Está rompiendo el protocolo en forma audaz?
-Eso es justamente lo que está ocurriendo. Lo está rompiendo en muchos aspectos. Él no toma distancia de la gente. Se le acerca y le transmite una gran confianza.
-¿Le impresiona?
-A todos, especialmente a los 17 mil jesuitas que hay en el planeta, sobre todo porque no esperábamos tener un Papa perteneciente a nuestra compañía.
Acabar con las diferencias
-¿Qué ha significado la exhortación de tener una Iglesia para los pobres?
-Quiere decir que él va a mover la Iglesia hacia todos. No solamente a los obispos, sacerdotes, religiosos, sino a todo el mundo católico, para que tomemos en serio el trabajo que nos corresponde cumplir: eliminar las tremendas diferencias que existen entre ricos y pobres. En este sentido, la labor ineludible nos toca a todos los habitantes de América Latina, donde reside la mayor población católica y en donde las diferencias aludidas son mayores. Esta situación para él es una preocupación muy grande y lo ha expresado en forma contundente al pronunciarse por una Iglesia para los pobres. Ante tal deseo, hay que tener la mejor y buena voluntad para lograr un mundo digno. Hay que frenar ese capitalismo financiero y especulativo que no produce nada.
Hay que darse cuenta que son enormes los sueldos de parlamentarios, magistrados y directores de organismos públicos en esta parte del continente americano y en otras latitudes. Este tipo de cosas que marcan las diferencias no son propias de un cristiano. Por esa onda es que va el Papa.
Acercarse a los musulmanes
-En una de sus primeras apariciones públicas, el Papa no hizo la señal de la cruz alegando que en la audiencia había personas que no eran practicantes de la religión católica y él respetaba las demás creencias. ¿Cómo apreciar esta tolerancia en un mundo que se ha caracterizado por ser intolerante?
-Es una actitud muy positiva, que indudablemente debe ser tomada en cuenta por todas las personas de buena voluntad.
En Buenos Aires, en su condición de cardenal era el representante de las iglesias orientales. Desde luego, ya tiene un largo camino recorrido en el campo de las conversaciones y el entendimiento con otras creencias. Ha tenido muy buenas relaciones con los judíos. Ahora le hace falta, por supuesto, acercarse más al ámbito musulmán.
Pero, en todo caso se le ve que su actitud con otras religiones ha sido muy amplia. Claramente el Papa está invitando a todas las personas, como es decir a todo el mundo, que busque a Dios por encima de religiones y creencias.
No ocultar nada
-Algunos de los predecesores del papa Francisco han pedido perdón por hechos transcurridos a lo largo de la historia. Sin embargo, todavía hay muchas críticas contra sacerdotes por la comisión de algunos delitos como la pederastia. Si existe la intención del acercamiento con la gente, ¿qué podría hacer este pontífice para sanear a la Iglesia?
-Veo muy bien lo que está haciendo el papa Francisco. Por ahí tiene que seguir la Iglesia. Sobre todo sus autoridades no pueden ocultar los problemas, defectos y pecados de sus miembros. Eso hay que reconocerlo. Porque la Iglesia es santa y pecadora. No se debe ocultar bajo el pretexto de que se produzcan malentendidos.
El Papa tiene que obligar a pedir perdón cuando se haya cometido un hecho mal.
Por ejemplo, la pederastia y otras cosas que se han intentado esconder, deben salir a la luz. La inmensa mayoría de los sacerdotes son personas buenas.
-¿Considera que los sacerdotes deben casarse?
-Ese es un asunto que en algún momento se tratará. Sin embargo, no creo que este Papa lo abordará.
Contra las mafias
-Sin pretender hacer comparaciones, el papa León XIII produjo la encíclica Rerum Novarum en defensa de los trabajadores. ¿Qué podría hacer el Papa?
-Siendo obispo en Buenos Aires hizo pronunciamientos contra el abuso y la explotación de los trabajadores por parte de las maquilas, sistema de trabajo que opera de forma despiadada.
Y de igual modo se mostró muy enérgico contra las mafias dedicadas a la prostitución de muchachas y también la venta de niños recién nacidos, que fue una cosa horrorosa que se registró en Argentina.
En todo momento hizo pronunciamientos en reclamo de mejorar las condiciones para los trabajadores de la economía formal. Y, por supuesto, combatió el tráfico de drogas.
Es una persona atenta a todas estas cosas y defiende la dignidad humana.