La celebración de la fiesta más importante de la Iglesia católica, el Sábado de Gloria, se desarrolló en la Catedral Metropolitana de Barquisimeto, presidida por monseñor Antonio López Castillo, arzobispo de esta ciudad, acompañado de los sacerdotes Pablo Fidel González, Jesús Alberto Sequera y el vicario parroquial, David Reyes, entre otros padres y ayudantes.
A las ocho de la noche, monseñor dio inicio formal a la vigilia en honor del Señor, según una antiquísima tradición.
En el patio central del principal templo de los barquisimetanos, los fieles, siguiendo la exhortación del Evangelio, con cirios encendidos, algunas lámparas y linternas, “como los que aguardan a su Señor cuando vuelva, para que, al llegar, los encuentre en vela y los haga sentar a su mesa”, refirió López Castillo a la multitud.
El breve lucernario tuvo lugar para bendicir el fuego.
Los ayudantes de monseñor prepararon el cirio que anunció el pregón pascual.
-Anunciamos a Cristo como luz del mundo, dijo el obispo para invitar a los asistentes a entrar en procesión a la Catedral para la liturgia.
Liturgia de la Palabra
“La Iglesia confiada en la Palabra y la promesa del Señor, media las maravillas que desde los comienzos realizó Dios con su pueblo” esbozó monseñor.
Luego vino la liturgia bautismal, convocando a los 85 catecúmenos, quienes fueron presentados ante el pueblo por sus padrinos, para la renovación de los compromisos bautismales.
Emotivo fue el canto del Gloria y el Aleluya, en donde participó el público en general.
Realizaron tres lecturas y tres salmos y más tarde, entre cantos gregorianos, se bendijo el agua.
Muchos envases se alzaron entre la multitud que conmovida pidió al Todopoderoso por sus más sentidas necesidades.