“Nosotras revestidas de un carácter firme y apartando a un lado la flaqueza que se nos atribuye, conocemos al día los peligros a que está expuesto el país, él nos llama a su socorro. Sería una ingratitud no atender al llamado” (Josefa Camejo).
Desde los primeros movimientos independentistas allí estuvo la mujer erguida y dispuesta a enfrentar la tiranía con más agallas que el más osado varón, aunque no hayan sido sus hazañas destacadas ni reconocidas. Ella igual que el hombre ha aprendido y enseñado una historia.
La guerra de la independencia puso a prueba el temple de la mujer suramericana. Si antes se tenía por norma que no tenían discernimiento propio ni eran capaces de tomar decisiones con inteligencia, ellas han demostrado que son capaces, que tienen suficientemente educado su criterio para orientarse solas y hacer frente a lo que sea, han demostrado que son inteligentes, audaces y seguras en su lucha, cualquiera sea. La mujer ya no está en la cama, ni es obligada cachifa sin sueldo, sin seguro, ni consideración; hoy la vemos al frente de grandes empresas, sin que esto signifique que abandonen su responsabilidad como madres y mujeres de familia.
La discriminación no detuvo a la francesa Olimpia de Gouges para hacer pública la “Declaración de los derechos de la mujer” que exigía entre otros puntos el derecho a sufragar, reconocidos tres años después. Gracias a ella hoy podemos ver a la mujer convertida en periodista, politóloga, educadora, economista, médico, ingeniero, literatos, abogados, científicos etc. “La igualdad de género tiene que ser una realidad vivida” (Michel Bachelet)
No hay mujer que se niegue a luchar por un futuro mejor para sus hijos y nietos cueste lo que cueste. A veces cuando no tienen el apoyo, uno ve con cuánto valor mujeres jóvenes defienden los derechos y libertades de sus pueblos oprimidos, como lo hiciera “la Pola” ayer en los preludios del sueño independentista, quien sola arremetió contra los abusos y yugos de la tiranía aún a costa de su propia vida, solo con la esperanza de que tarde que temprano su pueblo fuera libre y feliz. Esto hurga hondo en el sentimiento y en la conciencia, más aún, cuando en momentos difíciles llegan a la memoria las últimas palabras de esta heroína quien viéndose sola, sin el apoyo del pueblo que amaba, (entregado al yugo por conveniencia o por miedo), antes de ser fusilada gritó con todas sus fuerzas: “¡Pueblo indolente! ¡Cuán distinta sería hoy vuestra suerte si conocierais el precio de la libertad! Pero no es tarde. Vean ustedes que aunque mujer y joven me sobra valor para sufrir la muerte y mil muertes más”.
En Venezuela la llamada “Avanzadora” Josefa Camejo, tenía una valentía fuera de serie. Arengaba el pueblo a luchar por su libertad. Esta mujer fue soldado en la época independentista, valiente como el que más. Ante la amenaza contestaba: “El sexo femenino no teme los horrores de la guerra, antes bien, el estallido del cañón no hará más que encender en nosotras el deseo de libertad”. Por su parte en el Ecuador el alma de la insurrección fue Manuela Cañizales. En su casa se dio el primer grito de libertad.
Manuela Sáenz estuvo al lado de Bolívar en la mayoría de las campañas. Participó activamente por ocho años. Bolívar le dio el nombre de Libertadora del libertador, por haberlo salvado en dos ocasiones de la muerte.
La mujer boliviana tenía temple, ideas definidas, determinación y fortaleza increíbles. Juana Alzuruy simboliza el alma aborigen, fue vigor y alma de la gesta emancipadora.
Cuando los realistas intentaban tomarse a Cochabamba, el pueblo estaba solo con mujeres, niños y ancianos. Con Manuela Gandarillas al frente decidieron todos defenderse de la tropa enemiga. Fue una gran masacre. Allí quedaron niños, viejos y mujeres inmortalizados en un monumento que recuerda a las “Heroínas de la Coronilla”.
En la lucha por desigual que sea, nada acobarda a la mujer; ella es capaz de combatir y defender sus derechos y libertades contra el más fiero y corpulento orangután.
María Corina y Milagros Socorro son el indiscutible ejemplo de lo que realmente es el valiente sexo débil.
Como dice Manuela Gandarillas también nosotras pensamos que “Si no hay hombres, aquí estamos las mujeres para defender la patria y para defendernos”.
#Opinión: Por la puerta del sol Valiente sexo débil(II) Autor: Amanda N. de Victoria
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