Es Semana Santa en Venezuela, una época en la que la gente se toma una pausa, se olvida del trabajo y de la política y se va de vacaciones. Ello no impide que los candidatos a la presidencia hagan intensa campaña durante el feriado con miras a los comicios del 14 de abril para elegir al sucesor de Hugo Chávez, tratando de pintar una imagen de sí mismos… y de su rival.
Tanto Nicolás Maduro, el preferido de Chávez para sucederlo, y el candidato opositor Henrique Capriles deben delinear su visión del futuro sin Chávez, quien dominó la política de esta nación de 28 millones de personas durante 14 años como pocos otros líderes lo han hecho.
Las elecciones fueron convocadas este mes, tras la muerte de Chávez a raíz de un cáncer, y la reducida campaña ha resultado extremadamente agresiva y agotadora. Los dos candidatos realizan varios actos todos los días y se lanzan virulentas críticas, de tono a menudo personal. Maduro incluso amenazó a Capriles con encarcelarlo por poner en duda que Chávez haya fallecido realmente el 5 de marzo, como dijo el gobierno.
Shannon O’Neil, experta en estudios latinoamericanos del Consejo de Relaciones Exteriores de Nueva York, dijo que el dolor por la muerte de Chávez es palpable durante la campaña.
Y Maduro ha usado la enorme burocracia estatal y la prensa para presentarse como una figura muy allegada a Chávez. El candidato oficialista cuenta además con el apoyo de los gobernadores de 20 de los 23 estados del país, destacó O’Neil.
«Van a hacer todo lo posible para que Maduro sea elegido», expresó.
El gran reto de Maduro ha sido mantener vivo el sentimiento hacia Chávez, algo que hace resaltando constantemente sus virtudes. Le rinde homenaje día y noche al extinto presidente y le dice a la gente que los programas sociales populistas que creó Chávez y que benefician a los pobres, que son mayoría, están en peligro. Un portal que lleva la cuenta de las veces que Maduro menciona a Chávez dice que lo ha hecho casi 5.000 veces entre el 5 y el 27 de marzo.
«Maduro no es Chávez», comentó Andrés Izarra, ex ministro de información de Chávez y quien colabora con la campaña de Maduro.
Maduro es su hijo. Es la persona que según Chávez enarbolará su bandera y seguirá adelante con su legado. Eso es lo que le va a dar la victoria».
Maduro, de 50 años, adoptó el lenguaje belicoso de Chávez y reitera las críticas a lo que el finado mandatario describía como sus «enemigos históricos», los «imperialistas» del gobierno estadounidense y los «oligarcas» de Venezuela. La oposición dice que Chávez apelaba a esos recursos para mantener la polarización y que sus partidarios lo siguen haciendo para desviar la atención de los problemas del país.
«Alerto a todo el pueblo de la oligarquía y su obsesión por destruir la revolución bolivariana que nuestro comandante Chávez construyó, por destruir la democracia», expresó Maduro en un acto el 16 de marzo.
`Ellos ya han empezado con dólares financiados de las elites imperialistas».
A Maduro le favorece asimismo la fecha de los comicios, que se llevarán a cabo tres días antes del aniversario del golpe del 2002 que marginó temporalmente a Chávez del poder.
«Ese es tal vez el máximo hito del chavismo, el momento más simbólico porque los presenta como heroicos y la oposición aparece como antidemocrática», comentó David Smilde, del grupo de estudios Washington Office on Latin America. «El simbolismo es realmente perfecto».
Capriles, por su parte, apenas si ha tenido tiempo de descansar luego de perder una reñida contienda electoral con Chávez en octubre, en la que recibió el 45% de los votos, y de la campaña en que fue reelegido gobernador del estado de Miranda en diciembre. En las últimas cinco semanas no ha parado.
En actos emotivos, que por momentos parecen conciertos de rock, Capriles grita que «Maduro no es Chávez» y hace hincapié en los altos índices de delincuencia de Venezuela, la sobrevaluación de su divisa, la dependencia de alimentos importados y una inflación del 22%, la más alta de América Latina. Trató además de tranquilizar a los partidarios de Chávez diciendo que no tocará los programas sociales creador por él.
Una consulta reciente de la encuestadora independiente Datanalisis indicó que Maduro aventaja a Capriles por un margen de 49% a 35%.
La consulta, en la que participaron 800 votantes entre el 11 y el 13 de marzo, tiene un margen de error de 3,4 puntos de porcentaje.
Esto tal vez explique por qué Capriles, quien es diez años menor que Maduro, se ha mostrado más agresivo en la recta final de la campaña. Acusó a Maduro de explotar descaradamente el legado de Chávez y ridiculizó a su rival, un ex líder sindical de gran contextura física, al que describió como un «toripollo» (tonto grande), incapaz de resolver los problemas del país.
Mariana Bacalao, analista política de la Universidad Central de Venezuela, dijo que el escaso tiempo de campaña obliga a los dos candidatos a subir el tono de sus comentarios para sacar el máximo provecho en cada presentación.
«Capriles tiene que producir un efecto rápido», dijo Bacalao.
El líder opositor debe encontrar la forma de criticar la gestión de Chávez sin hablar mal de Chávez.
La encuesta de Datanalisis indicó que el 79% de los venezolanos tiene una imagen positiva de Chávez, mientras que solo el 55% tiene buena impresión de Maduro. Paralelamente, un 56% tiene una imagen positiva de la situación en que se encuentra el país y un 47% está satisfecho con la economía.
El asesor de Capriles Oswaldo Ramírez dice que el candidato opositor «va a confrontar a los responsables de la política pública y de los 14 años de mala gestión sin tocar con una pluma a Hugo Chávez porque ahora Hugo Chávez es la espada de Demócles de la oposición, no puedes atacarlo.»
Ramírez admite que a Capriles le costará captar el voto de millones de venezolanos que creen que la responsabilidad del gobierno es satisfacer sus necesidades básicas y que son bombardeados a diario con el mensaje de Maduro en la prensa controlada por el estado.
Izarra cree que a Capriles le saldrá el tiro por la culata.
«Le está faltando el respeto a la gente. Lo acusan de ser irrespetuoso. Cometió un gran error», sostuvo Izarra. «La gente está muy sensible de lo que se dice de Chávez en estos momentos. Quiere solidaridad».
Los funcionarios del gobierno, entre tanto, predican unidad y optimismo.
«El chavismo sin Chávez resultó ser todavía más chavista», expresó el ministro de información Ernesto Villegas.