Cuando el pueblo de Dios se acerca a los templos de la ciudad durante Semana Santa, lo hace con un espíritu humilde, esperando del Padre, Hijo y Espíritu Santo, el milagro que hace falta en sus vidas.
Y el milagro que esperan va más allá de una sanación física, como lo explica el padre Nolberto Escandela, a cargo de la Vicaría Nuestra Señora de las Mercedes, en el barrio El Triunfo, parroquia Unión. Se trata más bien de un milagro para el alma.
De allí que los barquisimetanos pidan a Jesucristo, en primer lugar, la reconciliación consigo mismos, entre Dios y cada persona, así como el perdón de las faltas entre los hermanos. Semana Santa es tiempo de gracia, así lo viven los creyentes y lo celebra la Iglesia Universal.
El arzobispo de Barquisimeto, monseñor Antonio López Castillo, explica que el Triduo Pascual (pasión, muerte y resurrección del Señor) es el paso más importante que dan los fieles en los días santos. Exhorta a una sincera conversión donde el gozo espiritual corone a Dios de alabanzas.
Diáconos, sacerdotes, religiosas, en comunidades religiosas, ubicadas a lo largo y ancho de la ciudad crepuscular, motivan a la vivencia de la liturgia para comprender a profundidad el misterio divino y, sobre todo, resucitar con Cristo a una nueva vida.
“Una nueva vida que esté impregnada del amor a Cristo, caridad con los hermanos, práctica de la fe. La Semana Santa es la oportunidad abierta para acercarse al Dios Trino y recibir de Él todas las bendiciones”, explicó el arzobispo.
Los sacerdotes recomiendan para los días santos la confesión de los pecados o Sacramento de la Reconciliación, comunión y cambio de conducta o arrepentimiento, a objeto de ser mejores personas con el prójimo y así acumular tesoros en el cielo como aseguran las Sagradas Escrituras.
Hoy Miercoles Santo, la invitación es a asemejarse a Jesús Nazareno, sin renegar de la propia cruz o sufrimientos, sino confiando en que la fuerza que viene de lo alto, hará posible un mejor mañana, lleno de bendiciones. Sólo así las pruebas estarán superadas.