Maduro, imitador y cargado de odios
Siempre había visto a Nicolás Maduro con cierta admiración, porque de ser autobusero y pasar a canciller de la República es un salto bastante grande, sin desmeritar a esos abnegados hombres que, día a día, se ganan el sustento de su familia bregando al frente de esos vehículos, en carreteras o en trafico urbano, para ellos mi respeto y admiración mas sincero.
La faceta que no conocíamos de Nicolás es la de imitador, pero, sinceramente, lo hace muy mal. Ha pretendido imitar al Sr, Chávez pero jamás podrá llegarle, como decían la abuelas, ni por las patas. Yo que me identifiqué siempre como adversario del difunto presidente, reconozco en éste un liderazgo y carisma auténtico e indiscutibles
A Chávez se ama o se odia, no existe termino medio para calificarlo. Lo que sí captó muy bien el mencionado señor Maduro es el odio, odio que lejos de hacerle daño a quien se lo dirige lo perjudica en su efímera campaña, alguien que pretende gobernar este país y esta lleno de odios y resentimientos no podrá nunca conducir los destino de una patria, que a pesar de haber pasado por muchas situaciones difíciles, continua su pueblo dando y pidiendo amor sincero, sin demagogia y sin falsas posturas.
Sus intervenciones, todas, carentes de contenidos, impropias de alguien con aspiraciones de Jefe de Estado, solo reflejan un resentimiento social, que ni la banda presidencial, ni toda la parafernalia del Estado que ya tiene a su servicio, le han hecho olvidar que su estatus es otro.
Que bueno que esta haciendo cadenas diariamente y hasta varias en el mismo día, así lo conocemos mejor y de esa manera se va hundiendo en su charco de frustraciones, resentimientos y odios,
Comparemos los dos discursos, el de Capriles y el de él, uno plantea el problema, oye a la gente y ofrece soluciones, el otro, se tira el difunto al hombro, amenaza y no ofrece nada, Definitivamente solo hay un camino.
Juan Manuel Castillo Vargas