En la liturgia de la Semana Mayor, la Iglesia Católica tiene muchos símbolos que deben ser comprendidos para conmemorar, con fe, los acontecimientos de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.
La palma o ramo, la ceniza, el olivo, el aceite, el agua, la cruz, el pan, la carne, la sangre, la luz y el agua se interpretaron con estudios sobre simbología eclesiástica basados en la Sagrada Escritura.
El símbolo está compuesto por un significante y un significado. El significante es lo que se ve. Por ejemplo, el color rojo en un semáforo, en un corazón, en una rosa, en un ornamento tiene significaciones distintas que deben ser comprendidas en su contexto social y cultural.
Entrar en el fascinante mundo de los símbolos más importantes de la Semana Santa acrecentará la devoción del creyente.
Ceniza
Utilizada en el tiempo litúrgico de Cuaresma. Se obtiene de la palma bendita seca del domingo de ramos del año anterior.
Obtiene su simbolismo del hecho de ser residuo de la combustión, lo que queda después de la extinción del fuego. Evoca por su ligereza el polvo del suelo, recuerda al hombre su origen, penitencia, dolor, arrepentimiento y muerte. En Job 42, 6 dice: “por eso me retracto arrepentido sentado en polvo y ceniza.”
La fórmula litúrgica del miércoles de ceniza lo explicita: “acuérdate que eres polvo y en polvo te convertirás.” Significa la conciencia de la nulidad de la criatura con respecto al Creador, según las palabras de Abraham: “Aunque soy polvo y ceniza me atrevo a hablar a mi Señor” (Génesis 18, 27).
Ramo
En la tradición cristiana, una alfombra de ramos o éstos agitados simbolizan el homenaje rendido al triunfador. La primera antífona de la procesión de ramos dice: “las muchedumbres vienen con flores y palmas al encuentro del Redentor. Rinden un justo homenaje al triunfo del vencedor. Las naciones celebran al Hijo de Dios. En la alabanza de Cristo resuenan las voces hasta el cielo: ¡Hosanna!”
Era una tradición oriental aclamar a los héroes y grandes batiendo ramos verdes que simbolizan la inmortalidad de su gloria. Así, montado sobre una asna, Jesús realiza su última entrada en Jerusalén. El gentío cree en el triunfo del Mesías; días más tarde será crucificado.
La ceremonia cristiana del domingo de ramos interioriza perfectamente el triunfo. La plegaria de bendición de los ramos lo precisa: “Dios todopoderoso y eterno, santifica con tu bendición estos ramos y a cuantos vamos a acompañar a Cristo aclamándole con cantos, concédenos, por él, entrar en la Jerusalén del cielo”.
La victoria que aquí se celebra es interior, es la que se obtiene sobre el pecado, la que se cumple por el amor y asegura la salvación eterna; es la victoria definitiva.
Estaba prefigurado en la rama de olivo que trae la paloma en su pico para anunciar el fin del diluvio: “la paloma volvió a Noé hacia la tarde y he aquí que tenía en su pico una ramo verde de olivo” (Génesis 8, 11). Es un mensaje de perdón, de paz recobrada y de salvación. El ramo verde simboliza la victoria de la vida y del amor.
Cruz
La Iglesia católica realza este signo el día viernes santo, porque en ella murió Jesucristo, para salvar la humanidad. Este es el símbolo más totalizante, en ella se une el cielo y la tierra.
Es el símbolo más universal; además el del mediador, de quien es por naturaleza reunión permanente del universo y comunicación tierra – cielo, de arriba -abajo, y de abajo – arriba.” Es la gran vía de comunicación.
La tradición cristiana ha enriquecido prodigiosamente el simbolismo de la cruz al condensar en esta imagen la historia de la salvación y la pasión del Salvador. La cruz simboliza al crucificado, Cristo, el Salvador, el Verbo, la segunda persona de la Trinidad. Es más que una figura de Jesucristo, se identifica con su historia humana y hasta con su persona.
Cristo
Síntesis de los símbolos fundamentales del universo: el cielo y la tierra por sus dos naturalezas, divina y humana; el aire y el fuego por su ascensión y su descenso a los infiernos; el sepulcro y la resurrección; la cruz, el libro del mensaje evangélico, el eje y el centro del mundo, el cordero del sacrificio, el Señor del universo, la escala de la salvación; todos los símbolos de la verticalidad, de la luz.
Pan
Símbolo del alimento esencial. Si bien es cierto que no sólo de pan vive el hombre, también es verdad que el nombre de pan se ha dado al alimento espiritual, así como al Cristo eucarístico, “el pan de vida”, es el pan sagrado de vida eterna del que habla la liturgia.
El pan ácimo, sin levadura, del que hoy en día está compuesta la hostia representa la aflicción de la privación, la preparación a la purificación. El pan bajo las especies eucarísticas se relaciona tradicionalmente con la vida activa, y el vino con la contemplativa. Además, es noción de pureza y de sacrificio.
Carne
Representa la humanidad. En el nuevo testamento la carne se asocia a la sangre para designar la naturaleza humana de Cristo quien se ofreció a su Padre en oblación y sacrificio. El evangelio de San Juan 6, 54 dice: “el que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna.” La palabra “carne” sugiere la relación entre la eucaristía y la encarnación, es decir el hombre se alimenta del Verbo encarnado.
La sangre
Se considera universalmente como vehículo de la vida. La sangre es la vida, se dice a la manera bíblica. La sangre mezclada con el agua que fluye de la llaga de Cristo, recogida en el cáliz, es por excelencia la bebida de inmortalidad que se recibe por la transustanciación eucarística.
Color
El arte cristiano ha determinado, sin hacer de ello regla absoluta, atribuye el blanco al Padre, el azul al Hijo y el rojo al Espíritu Santo; el verde a la esperanza, el blanco a la fe y a la castidad, el rojo al amor y a la caridad, el negro y el violeta a la penitencia.
Para Filón de Alejandría, cuatro colores recapitulan el universo, simbolizando sus cuatro elementos constitutivos: el blanco, la tierra; el verde, el agua; el violeta, el aire; el rojo, el fuego. Los hábitos litúrgicos o los vestidos de ceremonia que integran estos cuatro colores simbolizan el conjunto de los elementos constitutivos del mundo y asocian así la totalidad del universo a las acciones rituales.
Óleo, aceite
Símbolo de la prosperidad, de la bendición divina, de la alegría, de la fraternidad. Entre los ritos de unción se tiene a los reyes de Israel que eran ungidos y el óleo les concedía autoridad, poder y gloria por parte de Dios, que era además reconocido como el verdadero autor de la unción y se contempla como símbolo del Espíritu de Dios.
En el simbolismo cristiano, recuerda que “Mesías” significa “ungido”. Jesús es por tanto el rey esperado, además sacerdote y profeta. Pero evidentemente no recibe óleos de unción materiales, sino el Espíritu Santo que éstos simbolizan.
En la Iglesia Católica se utiliza para los sacramentos los óleos. Uno se denomina el Santo Crisma, aceite del olivo con ungüento perfumando. El que es crismado quiere decir que es otro Cristo y debe dar ejemplo de sus buenas obras. Se utiliza en los sacramentos que se reciben una sola vez: el Bautismo, Confirmación y Orden Sacerdotal.
También se unge con el óleo de los catecúmenos (quienes no han sido bautizados) simboliza la fuerza o el poder que se recibe de Dios para luchar contra el maligno. Él óleo del sacramento de la unción de los enfermos, para que Dios conceda fortaleza espiritual. El Jueves Santo se consagra el Crisma y se bendicen los óleos de los catecúmenos y de los enfermos.
Olivo
Árbol de grandísima riqueza simbólica: paz, fecundidad, purificación, fuerza, victoria y recompensa y el paraíso de los elegidos.
Luz
Jesús es la luz del mundo. El evangelio de San Juan 8, 12 dice: “yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.” Los creyentes también deben serlo convirtiéndose en reflejo de la luz de Cristo y obrando en consecuencia.
Agua
En la tradición cristiana el agua simboliza ante todo el origen de la creación, de vida, del Espíritu. Ella purifica, cura, rejuvenece y por ende introduce en lo eterno. Posee una virtud purificadora y por esta razón también se considera sagrada. De ahí su uso en las abluciones rituales; por su virtud, borra toda infracción y toda mancha.
Sólo el agua de bautismo lava de los pecados y se otorga una sola vez, porque permite acceder al otro estado del hombre nuevo. Posee una virtud purificadora y un poder de salvación. La inmersión es regeneradora, opera un renacimiento, en el sentido de que es a la vez muerte y vida.
Es símbolo de regeneración: el agua bautismal conduce a un nuevo nacimiento. En la devoción popular ha considerado siempre el valor sagrado y sacralizante de las aguas. Pero las desviaciones paganas y el retorno de supersticiones eran siempre amenazantes: lo mágico acecha a lo sagrado para pervertirlo en la imaginación de los hombres.