Desde siempre, el venezolano vive la Semana Santa con ritos religiosos que no se realizan en ninguna otra época del año.
Una de las manifestaciones de fe más significativas durante esta época es la procesión del Nazareno que se hace en muchas de las ciudades del país, incluyendo Caracas, de oeste a este, y en algunas de las zonas de Lara.
Las 14 estaciones que ilustran el camino de Cristo al calvario se recuerdan en todas las regiones del país. Los vecinos de distintas comunidades le dan vida a esta manifestación de fe; unos pronuncian las lecturas bíblicas, otros cantan y otros rezan el Padre Nuestro y el Avemaría. Nadie queda sin participar.
Daniel Vargas, católico con una fe cristocéntrica, dice que cada año medita profundamente en las catorce paradas el dolor que vivió el hijo de Dios, para salvar al mundo.
“Siempre lo recuerdo en silencio, trato de vivirlo al máximo, creo que todos deberíamos hacerlo”.
Pero lo más importante para Daniel es que cada día de la vida se recuerde el sacrificio que hizo Jesús en la cruz para salvar a todos los pecadores.
“El dio su vida por nosotros, eso debemos recordarlo siempre y, a su vez, tener presente que el Dios Padre, nos ama tanto que entregó a su propio hijo para salvarnos”.
Otras personas tienen la costumbre de visitar siete templos. El Sábado Santo en la mañana, en la mayoría de las parroquias, se hace la procesión de La Dolorosa. Sacan a la Virgen vestida de negro para evocar la tristeza que vivió María durante los tres días que Cristo Jesús descendió a los infiernos.
Patricia Figueroa dice que no hay nada más sublime en la tierra que el sentimiento de una madre que ve a su hijo entregar su vida por amor.
“María asume todo aquel dolor en silencio, sin quejas ni arrepentimientos, así como su hijo llevó la cruz, ella siempre dijo sí, sin poner peros, sin preguntar por qué”, reflexiona Figueroa.
Así, llenos de tradición, fe y devoción viven los venezolanos y los larenses los días santos.
Innumerables imágenes salen a las calles sobre los hombros de decenas de feligreses, como una muestra de fervor y agradecimiento por los favores recibidos, por medio de sus intercesiones.
Estas procesiones llenan de color las ciudades y de regocijo los corazones de quienes participan en ellas.
Fotos: Ángel Zambrano