Una de las vías que conecta la ciudad de Barquisimeto con el sector noreste de la ciudad, donde se ubican las zonas de El Ujano, El Cercado, Río Lama, entre otros, es la avenida Hermann Garmendia, llamada así en honor al periodista, escritor, historiador, humorista y crítico de arte quien vivió desde el 7 de junio de 1917 hasta el 24 de mayo de 1990, y que desarrolló toda su vida en esta ciudad.
En honor a él, además de la nombrada avenida, se erigió un busto en una pequeña plaza ubicada frente a las oficinas del Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería, que está en la zona de El Ujano.
Sin embargo, y según lo denuncia Ramón Querales, cronista de la ciudad, en un artículo de opinión escrito y enviado a esta redacción, éste sufrió, en primera instancia, la desfiguración del rostro debido al desprendimiento de las fosas nasales por actos vandálicos. Tiempo después, personas inescrupulosas acabaron con la imagen física que rememoraba al personaje en cuestión.
Quizás, pocos conozcan el legado histórico de Garmendia en la sociedad barquisimetana, pero su obra se puede resumir en la reseña histórica que se recopiló gracias a al artículo de opinión hecho por Querales.
El cronista lo describe como un escritor de muchas páginas sobre poesía, música, teatro, pintura, danza, cine, filosofía e historia. Quien, además, profundizó en la sabiduría que dimana del pueblo.
Como acucioso folklorista, Querales reseña que, “entregó ricas páginas sobre las costumbres y usos del pueblo larense en crónicas salpicadas de buen humor y decir elegante. Amaba la escritura llana mediante la cual expresaba su apasionado deseo de llegar a las más amplias capas de la población para entregarles los vastos conocimientos que poseía tomados de los libros y experimentados en la realidad de su propio vivir”.
Durante varias décadas, se dedicó como un activo, sagaz y profesional periodista, en órganos locales y nacionales, según lo recopilado por Querales, “había incursionado en la vida cotidiana de la ciudad, en los eventos más significativos de su quehacer cultural, acerca de los grupos e individuos que lo impulsaban y promovían, valorando en sus exactas dimensiones la calidad o pertinencia de cada expresión individual o colectiva”, reseñó el cronista.
Su muerte, en 1990, causó un profundo dolor en la vida intelectual, política y popular del estado Lara.
Querales, en lo escrito, recoge y aboga en los artículos 99 de la Constitución Bolivariana de Venezuela, que reza: “…el Estado garantizará la protección y preservación, enriquecimiento, conservación y restauración del patrimonio cultural, tangible e intangible, y la memoria histórica de la nación…”
Además, recuerda que el mismo artículo advierte que “…la ley establecerá las penas y sanciones para los daños causados a estos bienes»; en tal sentido, Querales pide velar por las obras culturales que recuerdan el gentilicio de la nación y, específicamente, del barquisimetano. Así también, “restituir a su pedestal, completamente restaurado, el busto de don Hermann Garmendia”, exige, “¡es justicia!”, cierra.
Fotos: Ángel Zambrano