Por primera vez en la historia milenaria del catolicismo, el papa reinante Francisco y el papa emérito Benedicto XVI se reunieron este sábado en la residencia veraniega de Castelgandolfo, al sur de Roma, una inédita ocasión que se inició con un abrazo entre el actual Papa y el Papa que renunció.
Diez días después de su elección, el papa argentino Francisco se desplazó en helicóptero a la tranquila localidad a las afueras de Roma, en medio de colinas y lagos, para visitar a su predecesor, el primer papa que abandona voluntariamente el trono de Pedro en siete siglos.
Francisco fue recibido poco después de mediodía personalmente en el helipuerto de Castelgandolfo por Benedicto XVI, quien se retiró en ese lugar a meditar y rezar desde el pasado 28 de febrero, cuando hizo efectiva su renuncia.
En las imágenes distribuidas por la televisión del Vaticano, los dos Papas, tanto el emérito, de 85 años, nueve años mayor que Francisco, como el reinante, lucían sotanas blancas papales, aunque es evidente que Benedicto XVI caminaba con dificultad, ayudado por un bastón, el rostro envejecido y por momentos emocionado.
Los dos Papas conversaron en privado 45 minutos en la biblioteca privada del palacio apostólico, mientras numerosas personas se congregaban en la pequeña plaza central de Castelgandolfo para aplaudir y clamar los nombres de «Francisco» y «Benedicto».
El papa emérito vestía una simple sotana blanca, sin faja ni capa, mientras Francisco llevaba una capa corta y la faja blanca, símbolo de la pureza y que sólo usa el máximo representante de la Iglesia.
Durante el encuentro, el papa emérito reiteró «su reverencia y obediencia» al argentino Francisco, quien a su vez le manifestó «el agradecimiento propio y de toda la Iglesia por el ministerio desarrollado por Benedicto XVI durante su pontificado», informó el vocero papal.
Los dos líderes religiosos rezaron en la capilla del palacio apostólico y entrando al recinto Benedicto XVI le ofreció el trono de honor para orar a Francisco, quien prefirió que se arrodillaran juntos en la misma banca.
«Somos hermanos», contó que le dijo Francisco a Benedicto XVI el vocero del Vaticano, padre Federico Lombardi.
Francisco le regaló a su predecesor un icono de la «Virgen de la humildad», que escogió «pensando en él y en todos los ejemplos de humildad que ha dado durante su pontificado», explicó Lombardi.
Los dos almorzaron juntos en un clima discreto y estuvieron acompañados por los dos secretarios, entre ellos monseñor Georg Gänswein, el fiel secretario de Benedicto XVI, quien ha servido de vínculo entre los dos pontificados , como prefecto de la Casa Pontificia y encargado de la agenda del Papa.
En total Francisco permaneció casi tres horas en Castelgandolfo, tras lo cual regresó en helicóptero al Vaticano.
«Se trata de la primera transición de la historia entre dos pontificados», subrayó este sábado el diario italiano La Stampa.
Los asuntos que los dos pontífices examinaron durante la reunión a solas serán secretos, aunque son muchos los argumentos que los dos papas que han liderado una Iglesia con 1.200 millones de creyentes tienen por abordar.
Entre ellos el deseo de impulsar una «nueva evangelización», que revitalice a una Iglesia sacudida por los escándalos internos que han minado su credibilidad.
Las persecuciones contra los cristianos, la reforma de la Curia, las intrigas internas, los escándalos por tráfico de influencia y hasta de sexo y las oscuras finanzas del banco del Vaticano, acusado de blanquear dinero, están sobre el tapete.
La fuga de documentos confidenciales del Papa, el llamado escándalo «Vatileaks», que según algunos vaticanistas aceleró la renuncia de Benedicto XVI y pesó en los debates de los cardenales antes de la elección del nuevo pontífice, pudo ser abordado durante el encuentro.
Vatileaks, intrigas y escándalos
El Papa emérito hizo llegar ya a su sucesor el informe ultrasecreto que ordenó elaborar a tres ancianos e intachables cardenales sobre el caso, según informó el portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi.
Otro tema clave es el problema de los abusos sexuales dentro de la Iglesia. Los esfuerzos por sacar los casos a la luz, los encuentros con las víctimas, las peticiones de perdón y la orden de denunciarlos ante la justicia ordinaria fue la línea de conducta de Benedicto XVI que seguramente será respetada por el nuevo Papa.
Según varios vaticanistas, el Papa argentino, que en varias ocasiones ha citado a su «venerable predecesor», seguirá «la hoja de ruta» trazada por Benedicto XVI de recuperar la autoridad perdida y terminar la limpieza interna.
Si bien son dos hombres con temperamentos muy distintos -uno es tímido, el otro extrovertido; uno alemán, el otro argentino; uno formal y el otro informal-, los dos son inflexibles en materia de doctrina, en particular sobre asuntos como el matrimonio homosexual, el aborto y la eutanasia.
«Este pontificado está enraizado con el de Benedicto XVI, que fue la fuerza intelectual de la Iglesia en los últimos 25 años. Su herencia queda en el nuevo papado», sostuvo Samuel Gregg, del instituto de investigaciones americano Aston.
La popularidad adquirida en una semana por el Papa argentino, gracias a sus gestos espontáneos y a su sencillez, han hecho olvidar a su predecesor, con el que deberá de todos modos convivir en unos dos meses cuando se traslade a un monasterio situado en los jardines del Vaticano.