Las Naciones Unidas estiman que en el año 2050 la población mundial llegará a unos 8.000 millones de habitantes. Afirman tambien que eventualmente este número se estabilizará y comenzará a reducirse. Puede presumirse que eso ocurrirá por varios factores: la reducción voluntaria de la tasa de natalidad o, en el peor de los casos, por el agotamiento de la capacidad productiva de alimentos en los países más pobres, lo que traerá hambre y enfermedades asociadas al hambre. Lo vemos en Haití, donde la tierra ha sido tan agotada que simplemente no puede producir en cantidad suficiente los alimentos que requiere su población actual. Muchos haitianos emigran y más viven de la ayuda internacional.
En el mundo desarrollado la población se dirige a una situación de estabilización y disminución. Son raros los casos de mujeres que tienen más de tres hijos y la mayoría solo tiene uno y muchas ni siquiera eso. Se espera que sea una situación que se irá extendiendo a los países más pobres hasta que en todos predomine la población de mayor edad. Esta disminución poblacional es una buena noticia visto que hace ya tiempo que estamos consumiendo más productos de los que la naturaleza puede reponer. Con un solo hijo por mujer, en dos generaciones la población se reduciría a la mitad o menos. Recordemos tambien que el problema no es solo el número de personas, sino tambien el nivel de vida de los países ricos que aun con una población declinante siguen consumiendo mucho más que los países pobres, por lo que tambien se imponen cambios en sus hábitos de consumo. Aunque lentamente, esos cambios están ocurriendo.
Al disminuir drásticamente la población habrá cambios profundos. Al requerirse de menos alimentos, será posible que los que menos comen puedan mejorar su alimentación al mismo tiempo que se van recuperan tierras agotadas que quizás regresen a la condición de áreas boscosas. Tambien disminuirá la demanda de agua y los sistemas de captación y distribución ya existentes serian más que suficientes. Además, con el retorno de la cobertura vegetal los cursos de agua extinguidos o casi volverían a ser permanentes. Tambien se recuperará la vida animal, ahora encerrada en parques naturales.
La disminución de la población de las ciudades hará posible reagruparla y redistribuirla, especialmente la que vive en la periferia, lo que liberará tierra ahora urbanizada que tambien será recuperada. Los urbanistas ya no lidiaran con el problema del crecimiento de las ciudades sino con su encogimiento, algo para lo cual por ahora hay pocas referencias a las que acudir. Para los arquitectos habrán tambien cambios importantes: tendrán que aprender a rehabilitar y recuperar edificaciones abandonadas, a diseñar considerando la necesidad de reciclar sus componentes y probablemente habrán pocas edificaciones nuevas que construir y estas deberán cumplir con estrictas normas ecológicas. Muchos pueblos pequeños se vaciaran por falta de trabajo agrícola o se reconvertirán en áreas de interés turístico, como ya ocurre en la campiña europea.
Al reducir la población se reduce tambien la demanda de energía y se encontrará que puede prescindirse de una energía tan peligrosa como la nuclear, peligrosa tanto por los riesgos de accidentes como por el difícil tratamiento y disposición de desechos radioactivos. En 50 años se habrán generalizado los vehículos ecológicos que utilizan energías limpias y la gran mayoría de esos vehículos serán para transporte público. El uso de las piernas, una primitiva y casi olvidada forma de locomoción, volverá a ser utilizada intensamente para caminar y pedalear y ya sin la presión de ir rápidamente de un sitio a otro, sometidos a la presión esclavizante del tiempo.
La disminución de la población tambien reducirá la demanda de bienes de consumo lo que aliviando las presiones sobre las empresas para crecer y producir cada vez más. Esto permitirá pasar a situaciones de trabajo limitadas a 20 horas semanales e incluso menos. Muchas fábricas serán totalmente verdes por lo que producen y por como producen. Y muchas de ellas estarán dedicadas al reciclaje y depuración ambiental. Por supuesto, seguirán existiendo las grandes zonas industriales para obras pesadas y de gran envergadura, pero muchas serán rediseñadas para minimizar su impacto ambiental, algo que ya se está haciendo.
Es posible que el aumento del tiempo libre nos lleve a una civilización no del ocio, sino de ociosos, pero ya se encontrará solución a esto. Probablemente irá surgiendo una cultura más orientada a los bienes inmateriales que a los materiales pasando de una economía consumista a una ecológica y solidaria tanto con los hombres como con la naturaleza que terminará por imponer la necesidad de combatir el egoísmo socialmente irresponsable. Y en esa tarea tendrán un rol fundamental los niños, tratados y educados como un tesoro en un mundo en el que los niños serán escasos.
#Opinión: La ciudad como tema Un futuro con menos población Autor: Claudio Beuvrin
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