Leo en EL IMPULSO: “Salario mínimo venezolano equivale a sólo 325 dólares tras devaluación, el poder adquisitivo del venezolano seguirá disminuyendo, en la medida en que los precios de bienes y servicios aumenten debido a la devaluación, todo se encarecerá y la tasa de inflación para fines de este año no será menor al 30%». Observando la vida venezolana desde mi ángulo como médico con más de 39 años de ejercicio, siento que se están produciendo cambios que penetran hasta el corazón del estilo venezolano.
Estas modificaciones se observan desde los ámbitos más íntimos de la vida hasta el espacio público de la propia vida ciudadana, pasando por la familia, el trabajo, la escuela, la iglesia…
La juventud venezolana está creciendo cada vez más irritable, ansiosa, descontrolada y sin objetivos. Fue triste la experiencia en la clínica al solicitar por la prensa un empleado para atender la central telefónica… Hubo más de 500 solicitudes y lo más triste fue que la mayoría de los solicitantes eran de profesionales universitarios.
Durante los últimos años ha habido un incremento en el número de jóvenes desorientados que sienten que su vida no tiene sentido. He tenido la impresión de estar leyendo la última página de una novela sin final y sentir del mismo modo que los estudiantes universitarios que daban su discurso de despedida en las ceremonias de fin de curso. Uno de ellos recordaba a sus compañeros y a los invitados, que para ellos, el próximo paso sería entrar al: “¡Además de estar contentos, como la mayor parte de los graduandos, se nos mezcla la alegría con la ansiedad. Vemos oscuro el futuro inmediato, miles tendrán que enfrentar el desempleo y otros padecerán el subempleo, sentimos así, la falta de oportunidades que hay para desarrollar una carrera, este problema arrastra a muchos de nosotros a aceptar cualquier trabajo mal remunerado en actividades no relacionadas con las áreas para las cuales nos hemos preparado!”… ¡Los nuevos graduados en nuestro país hacen frente a una cruel realidad: dadas las circunstancias actuales, invertir en educación superior para obtener una carrera es perder demasiado dinero, tiempo y energías!
Este grito hace eco en la juventud actual en la Venezuela moderna ya que desde el año 2000 cerca de la mitad de la población en edad de trabajar desconoce lo que es ejercer un oficio con cierta estabilidad. Pero lo cierto es que las personas que se encuentran en la economía informal son aquellas que no consiguen trabajo y, además, no ganan más que un empleado, como suele creerse.
El desempleo ha provocado el desencadenamiento de un problema socioeconómico en el país, en donde está presente una de modalidades de la informalidad de la economía, como lo es buhonerismo en ciudades de mayor desarrollo urbanístico.
El aumento en proporción, de la economía informal es una muestra inequívoca del deterioro del aparato económico, que al contraerse debido a las malas o inexistentes políticas de estado, va generando un reacomodo de los actores económicos, y una extensión de los segmentos de pobreza que a su vez retroalimentan al sistema, ocasionando mas contracción y mas desaparición de puestos de trabajo.
Ello se origina en las grandes diferencias que se verifican en la realidad actual y la de las generaciones anteriores. Este contraste se suscita, a pesar de ser nuestro país el que ha tenido siempre mayor avance tecnológico y científico de Latinoamérica. Paradójicamente, desde la perspectiva de las dificultades para vivir, de la poca o ninguna disponibilidad de productos para nuestra subsistencia, ninguna generación estuvo mejor que la actual… ¿Qué está pasando?… consideremos que la economía informal no es más que el síntoma de una enfermedad crónica del sistema jurídico, político, social y económico del país.
Estos cambios comenzaron a movernos el piso a todos, las bondades de la Venezuela romántica de ayer desaparecieron. Nos preguntamos: ¿Dónde habrá ido a parar la felicidad? ¿Qué es lo que asusta a los egresados universitarios de nuestros días? ¿Qué fue lo que sucedió en 13 años para que un joven cambiara en forma tan radical su concepción del futuro? Yo no aconsejo la desesperación, pero quiero insistir a las fuerzas vivas de la sociedad venezolana, en la extrema urgencia de la actual situación histórica y la necesidad de que se hagan nuevos esfuerzos creadores para que cada uno de nosotros tenga la posibilidad de restablecer la salud de nuestra población enferma y decadente.
#Opinión: Hacia dónde vamos (I) Autor: Jesús Antonio Rodríguez U.
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