La noche del miércoles otro homicidio se registró en el sector tres de La Carucieña, específicamente en la calle tres, detrás de la escuela. La mañana de este jueves dos familias desconsoladas se encontraban en las afueras de la morgue. Dos caras de una moneda, dos versiones del mismo hecho y una coincidencia: falta de seguridad en el país.
Raquel Landaeta estuvo casada durante tres años con Alberto José Montes de Oca, de 27 años. Vivían en Agua Viva (municipio Palavecino). La noche del miércoles fueron con su hija de dos años y seis meses hasta la casa de su padre, en La Carucieña, a buscar un récipe médico. Al salir, cuenta la dama que un sujeto a mano armada le pidió a su esposo le diera las llaves del carro; al resistirse al robo le disparó.
“El muchacho se estaba escapando de otros que lo perseguían para matarlo. Se trata de un robo frustrado y ajuste de cuentas porque después que le dio el tiro a mi esposo se fue por una vereda y ahí lo asesinaron a él. Alberto murió en mis brazos; sólo me preguntaba por la bebé. Intentamos llevarlo al ambulatorio pero no dio tiempo”, dijo la viuda en medio de sus lágrimas.
“Es necesario que exista más seguridad en el país; no es posible que a diario maten a inocentes como es el caso de mi esposo quien sólo se dedicaba a trabajar como taxista en la carrera 21 con avenida Vargas
La otra cara de la moneda
Al otro extremo del estacionamiento de la sala de Anatomía Patológica del Hospital Central de Barquisimeto, se encontraban los familiares de Jorge Luis Aranguren Cabrera, de 28 años, a quien supuestamente apodaban “El Chirere” y vivía cerca del lugar de los sucesos.
“A él lo buscaron para robarle el carro. Lo agredieron más de dos sujetos quienes se dieron a la fuga después de dispararle. Jorge Luis era un hombre bueno, trabajó en la confitería, después como albañil en Tubrica y desde hace dos meses compró un carro que manejaba en la línea de rapiditos en El Trompillo”, afirmó su esposa Josnely Pérez con quien tuvo una hija de 9 meses.
Al parecer a Aranguren Cabrera no lo robaron. Su hermana, quien es estudiante de Derecho en la Universidad Fermín Toro, prefirió mantener silencio ante la situación pero quiso aclarar que a pesar de que le dieron tres tiros, no era un ajuste de cuentas.
Ambas familias dijeron no conocerse a pesar de tener gran cantidad de años viviendo por la zona. El caso se torna confuso; no se sabe exactamente qué pasó, sin embargo, funcionarios del Cicpc entrevistan a testigos del hecho para adelantar las averiguaciones y de esa manera determinar lo sucedido la noche del miércoles.
