Sobrevivir a quien encarna el proyecto político es el reto de toda propuesta autoritaria que haya alcanzado el poder, ya que manipular lo esotérico o el circo para garantizarse la continuidad es el camino equivocado. El Estado soviético logró mantenerse 72 años al generar instituciones no porque Stalin cultivara la momia de Lenin en el Kremlin, aquello fue el rito ya que lo sustantivo era la existencia de un poderoso partido, el PCUS, el 2do ejército mundial y un control obsesivo de la sociedad.
Cuando el proyecto es hecho sólo a imagen y semejanza del fundador quien pensara en la idolatría y la eternidad como destino, suele ocurrir un triste final. ¿Cual será el desenlace venezolano? Está por verse ante la emboscada de la historia que el caudillo de Sabaneta no pudo superar, y no darle tiempo para el montaje de su instrumento el Estado Comunal, ante el inesperado mal que padeciera y lo llevara a la tumba sin ver culminada su obra definitiva.
Venezuela entra en una etapa de turbulencia ya que las circunstancias del destino y la hechura de su proyecto no le dio margen para preparar el relevo, como sí lo hubo en la URSS, y recientemente en Corea del Norte o en la misma Cuba, aun cuando se despachen entre hermanos e hijos el asunto del poder.
Por ello pretender generar institucionalidad a partir de la momia presidencial y convertir la romería del Paseo de los Próceres en la garantía de transición, es una apuesta temeraria a tal punto que más de uno de los conspicuos voceros oficialistas ha planteado trasladar el cuerpo por todo el país, como si de un santo se tratara. Esto si sería la caricatura de final de régimen.
De allí que el 14 de abril próximo no es sólo el momento de retomar el hilo constitucional perdido, tras el pánico desatado en las alturas del poder al desaparecer el mentor del proyecto antes de tiempo, y recurrir a la aventura desatada con el apoyo del TSJ, CNE y resto de poderes públicos, quienes convalidaron todas las tropelías que dejaron sin gobierno constitucional a nuestro país.
El 14 de abril dependiendo de la sensatez de quienes ejercen el gobierno y de las propuestas opositoras puede marcar la pauta de una transición pacífica, ante una realidad tan evidente como una catedral al adelantarse la historia por lo menos 6 años. Ya que el resultado electoral del 7 de octubre pasado indicaba que un nuevo mandato presidencial se iniciaba en 2013 y finalizaba en 2019.
Este nuevo contexto determina una oportunidad histórica para el pueblo venezolano de reconquistar la democracia y la institucionalidad concertada en la vigente CRBV. Si quienes detentan el poder no reconocen esta nueva fase política prolongarán la crísis política y social más aguda de nuestra historia republicana, lo que no impedirá la aspiración de un pueblo de reencontrarse y lograr reconquistar nuestra soberanía nacional perdida, ante los intereses de otras naciones usurpadoras de nuestras riquezas necesarias para nuestra reconstrucción.
#Opinión: La prueba final del estado chavista Autor: Froilán Alejandro Barrios
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