#Opinión: Lectura Mancheta Autor: Carlos Mujica

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Una degradada mancha, la Mancheta. Una mancheta que renuncia a ser mancha. Mácula. Lo que desconcierta, lo que afea. La llevarás para siempre. Vaya usted a saber cuál es la mancheta que nos mancha. El cuento es que intentamos hacer historia de esta palabra de la cual nada se sabe, porque hasta todos los diccionarios que reciben el visto bueno de la academia, todos sin excepción, incluyendo el de la mismísima Academia no la registran. La ignorancia excluyente de los diccionarios, de ojeriza lingüística, parece sustentarse en que la palabra castellanizada procede del francés, pero con doble té: manchetta.
Usada por primera vez en la página de un diario venezolano. La palabra sustituiría el espacio que se reserva al lugar que ocupa el editorial. Unos versos de “Proverbios y Cantares” del eximio bardo español: Antonio Machado sirvieron a tan noble propósito: “caminante, no hay camino, se hace camino al andar”. La decisión de hacer uso de manchetas por editoriales fue tomada por acuerdo conjunto del primer Jefe de redacción: Miguel Otero Silva y el primer director, Antonio Arráiz, fundadores ambos, del diario El Nacional. Miguel, como hijo de don Enrique Otero Vizcarrondo, fundador del diario, también fue propietario.
La fecha de aparición de esa célebre y primera mancheta: 3 de agosto de 1943. Una buena pista para encontrar información acerca de la palabra que comentamos, fue la consulta de dos diccionarios venezolanos: “Diccionario de Venezolanismo” de la Universidad Central de Venezuela y el “Diccionario del habla en Venezuela de la Universidad Católica Andrés Bello. Desde entonces los editoriales del referido diario siempre han sido manchetas.
Cuto Lamache, nombre superpuesto al suyo, redactor de aquellos días iniciales, un moreno largo, fuerte pero sin gordura, espigado, morigerado, de gafas que siempre acercaron sus ojos al cristal como si permanecieran asomados; muy acicalado siempre de traje y corbata, con su enigmática seriedad, dijo: “mancheta es una frase ingeniosa contentiva de la opinión del periódico”.
De modo que lo dicho por “Cuto” es una acertada definición de la palabra, que como se aprecia es resbaladiza en eso de que se ventilen sus orígenes. De todas maneras, hemos dejado dicho su procedencia francesa, así como su silencio en el orden alfabético de los diccionarios que reseñan las acepciones de las palabras españolas del castellano. Don Antonio Machado que nunca fue ni “seductor mañara”, ni “Bradomín”, en su proverbial humildad y sencillez debe haberse sentido en la esencia de su más allá bien complacido. El Nacional, en su prodigiosa liberalidad, acuñó al pie de los versos machadianos el nombre del autor. Así dejamos asomado el propósito histórico de la palabra sin que la columna sea una biografía histórica ni nada.

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