Laura Coromoto Castillo (26) hace nueve años contrajo matrimonio con César Yván Azuaje Pacheco (36), un hombre natural del estado Portuguesa, quien residía en unos campos de Biscucuy. Azuaje Pacheco enamoró a Castillo a pesar de que le llevaba diez años, pero durante su relación él fue adoptando una actitud violenta: peleaban y hasta la maltrataba.
No tuvieron hijos, hecho que el hombre siempre le reclamaba. La familia de Castillo la aconsejaba y le decía que lo dejara, en especial su tía Columba Yajure de Castillo, quien cada vez que veía en los periódicos publicado algún crimen pasional le pedía a la joven que se cuidara para que no terminara de ese modo.
Castillo estudió Enfermería en Barinas, en donde se graduó de TSU hace tres años. Actualmente sacaba la licenciatura en San Felipe y tenía dos años trabajando en una clínica al este de la ciudad. La relación de la pareja se había vuelto enfermiza. Ella trató de llevar a su esposo con especialistas pero no lo logró, a pesar de las constantes peleas ella siempre volvía a su lado, pero desde el año pasado tomó la decisión y se separó. En el mes de agosto del 2012 firmó su divorcio.
Azuaje Pacheco no aceptaba que Castillo lo abandonara y se obsesionó por ella. “La llamaba y la amenazaba”, relató su primo Agustín Castillo.
El mismo familiar indicó que en Guanare le habían puesto una caución para que no se acercara pero aun así éste hacía caso omiso. La enfermera se residenció en la carrera 30 entre calles 23 y 24 de Barquisimeto, junto a su madre. Su ex pareja, a pesar de que vivía en Biscucuy, viajaba todos los domingos a Lara con la excusa de que iba a la iglesia cristina para mejorar su personalidad.
Una muerte anunciada
La enfermera tenía una rutina diaria junto a su madre Silexi Castillo. Ambas esperaban carrito por la avenida Andrés Bello porque las dos trabajaban al este de la ciudad. La mañana de ayer salieron de la residencia junto a un primo de la joven y caminaron cuadra y media cuando se toparon con Azuaje Pacheco.
Eran las 6:30 de la mañana. El hombre sacó un regalo en una bolsa y le dijo que lo tomara; ella se lo despreció, el sujeto insistió en que quería hablar y ella le dijo que no, por lo cual continuó con su camino. En ese instante la ex pareja de la enfermera se enardeció y sacó un arma de fuego que llevaba en un bolso. Caminó detrás de ella, la apuntó a la espalda y le disparó delante de la madre de la muchacha y del primo.
Castillo se desplomó en la acera mal herida. El criminal escapó mientras los seres queridos de la joven la tomaban en sus brazos y pedían auxilio. Una vecina salió y los llevó en su vehículo.
Aunque el Hospital Central Antonio María Pineda estaba cerca, la madre de la joven quiso que la trasladaran hasta la clínica donde ella laboraba pero fue ingresada sin signos vitales.