Argentina abrió el lunes un frente diplomático al pedirle al papa Francisco que medie con el Reino Unido en la disputa sobre la soberanía de las Islas Malvinas.
«Solicité su intermediación (al papa) para lograr el diálogo en la cuestión Malvinas», dijo la presidenta argentina Cristina Fernández después convertirse en la primera jefe de Estado en entrevistarse con Francisco.
El Vaticano declinó hacer comentarios sobre la petición de la mandataria. Pero el Ministerio de Exteriores británico aseguró en un comunicado que la Santa Sede siempre ha considerado las Malvinas una «cuestión bilateral entre dos Estados soberanos» y que no esperan un cambio en esa postura.
Previamente, Federico Lombardi, portavoz del Vaticano, había precisado que el encuentro entre Francisco y Fernández fue de carácter «privado» y que no podía considerarse una visita formal de Estado, sino más bien un «gesto de cortesía y afecto» hacia la presidenta y compatriota del papa.
La mandataria recordó como Juan Pablo II medió con éxito en el conflicto que mantuvieron Argentina y Chile por el canal de Beagle. La disputa sobre tres pequeñas islas del canal estuvo a punto de detonar una guerra entre los dos países en 1978, cuando ambos estaban gobernados por regímenes militares de facto.
La diplomacia vaticana supervisada por Juan Pablo II logró un principio de solución, que no fue ratificado hasta el fin de la dictadura en Argentina. Chile se quedó con la soberanía de las islas. Argentina, con el control marítimo. Los dos países suscribieron el acuerdo en el Vaticano en 1984.
«Ahora estamos en una situación histórica diferente, mucho más favorable porque hay gobiernos democráticos tanto en Argentina como en Gran Bretaña», aseguró Fernández en una breve declaración de prensa.
No obstante, Fernández y el papa mantuvieron un encuentro aparentemente cordial. Al iniciar la conversación, la presidenta le preguntó: «¿Lo puedo tocar?».
Y el papa respondió acercándose y dándole un beso en la mejilla.
«Nunca un Papa me había besado», respondió ella sorprendida y sonriente, según las imágenes difundidas por televisión.
Fernández confesó que le causó emoción escuchar a Francisco hablar de la «Patria Grande», un nombre que según la gobernante «era el término que utilizaban San Martín y Bolívar», dos de los grandes libertadores de América Latina.
«Para una argentina, una latinoamericana, escuchar de boca del papa el término `Patria Grande’ me impresionó mucho y no hace más que reforzar nuestros esfuerzos para seguir en esta dirección», dijo la presidenta, en una alusión a la meta que los gobiernos de izquierda, como el suyo, tienen de crear una integración regional.
El encuentro del papa con la mandataria argentina duró unos 20 minutos en la Casa de Santa Marta, donde se aloja temporalmente el pontífice hasta completar su traslado a los apartamentos papales.
Posteriormente, mantuvieron un almuerzo.
Fernández también manifestó que vio al Papa «sereno, seguro, tranquilo y en paz», pero «ocupado y preocupado por la inmensa tarea de conducir el Estado vaticano y el compromiso de cambiar las cosas».
«Él (Francisco) sabe que tiene que cambiar y ya se han visto en sus gesto y actitudes diferentes y se verán en otras cosas que él decidirá», comentó.
La mandataria regaló al papa un juego de mate realizado por cooperativistas del Plan Argentina Trabaja, un poncho de vicuña y una rosa blanca en representación de Santa Teresita. Mientras que el pontífice le entregó un libro que contiene las conclusiones de la V Conferencia General del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano), realizada en 2007 en Brasil.
Foto: Reuters