Si la situación política del candidato de la Mesa de la Unidad Democrática se comparara con un juego de béisbol, se diría que el abanderado de la oposición se encuentra “en tres y dos” y con las bases llenas. De ganar, sería un batacazo para quienes estuvieron en desacuerdo con el gobierno de Hugo Chávez, pero en caso contrario podría significar el fin de una carrera política destacada por los triunfos continuos en los cargos políticos que se fijó, sólo con una mancha en su primera aspiración a la Presidencia de la República.
Tal vez la última cosa que pasó por la mente de Henrique Capriles Radonski, nacido el 11 de julio de 1972, es que seis meses después de una agotadora campaña por la Presidencia de la República contra el invicto Hugo Chávez, se encontraría nuevamente como candidato unitario de todos los factores de oposición y no sólo como representante, sino como única esperanza de lograr llevar a la alternativa democrática a la Presidencia.
Aunque nació bajo el signo de la fortuna, en el seno de dos familias influyentes y ligadas al sector empresarial venezolano, los medios de comunicación y el entretenimiento cinematográfico; desde muy joven demostró vocación por asumir responsabilidad social con su trabajo en el Servicio Nacional Integrado de Administración Aduanera y Tributaria (Seniat).
A los 22 años de edad se graduó de abogado y, de inmediato, se especializó en derecho económico en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) y en materia tributaria en la Universidad de Columbia en Nueva York. Cuatro años después, en los cuales ejerció su profesión -sirviendo como asesor legal de su primo Armando Capriles, entonces diputado al Congreso de la República- el muchacho comenzó sus primeros pasos en la política entrando por las puertas de la Asociación Civil Primero Justicia, donde conocería a su principal aliado político, Leopoldo López.
Primeros pasos
Con apenas 26 de años de edad, Capriles no sólo obtuvo un escaño ante el Parlamento sino que llegó a ostentar dos títulos, el último y más joven de los presidentes del órgano, antes de que se convirtiera en la Asamblea Nacional. El presidente del Congreso era conocido como el tercer puesto en importancia dentro de la jerarquía del Poder Público Nacional. Una nueva oportunidad política llegó con las mega-elecciones del año 2000, cuando Capriles aspiró a la Alcaldía del municipio capitalino Baruta, en sustitución de Ivonne Attas. Para ello cuenta con el apoyo de Primero Justicia, ahora convertido en partido político, con el cual logra una aplastante victoria con el 62,69% de la votación.
Entre los logros de este mandato se destaca el descenso de la criminalidad en casi 80%. Sin embargo, su paso por el puesto también estuvo empañado por su presencia en las instalaciones de la Embajada de Cuba durante los hechos del golpe de Estado de abril de 2002, que llevaron al Estado venezolano a acusarlo de estar ligado al asedio a diplomáticos cubanos en la ciudad de Caracas. Aunque aseguró que su presencia en el sitio obedecía a su papel de mediador en el conflicto entre el embajador y un grupo de manifestantes, estuvo detenido durante varios meses.
En diciembre de 2006 fue absuelto de todos los cargos, aunque la reapertura de las investigaciones en su contra han constituido una “espada de Damocles” durante los años posteriores. El mantenimiento de estos niveles de apoyo le permitió estar a la cabeza del gobierno municipal hasta 2008, cuando se fijó como meta ganar la Gobernación del estado Miranda. Las elecciones regionales de ese año las libró contra el exvicepresidente de la República, Diosdado Cabello, quien aspiraba a continuar en la Gobernación con el apoyo del Partido Socialista Unido de Venezuela.
El resultado del nuevo enfrentamiento fue el triunfo del candidato opositor con 53% de los votos. Ambición por la Presidencia Esta cadena de triunfos impulsó al gobernador mirandino a apuntar más alto. A buscar una salida para que Venezuela se inscribiera bajo la tesis del progreso, desde el pináculo del poder. La lucha comenzó el 3 de mayo de 2011, al momento de anunciar su disposición a participar en las elecciones primarias para determinar al candidato opositor a la Presidencia de la República, organizadas por la Mesa de la Unidad Democrática.
En esta contienda sus contrincantes son: Leopoldo López, como dirigente de su partido Voluntad Popular; el gobernador del Zulia, Pablo Pérez; el exembajador Diego Arria, la diputada María Corina Machado y el activista político Pablo Medina. La contienda se caracterizó por la realización de debates televisados entre los precandidatos, durante los cuales expusieron sus ideas al país. El más emocionante momento de estos encuentros ocurrió al final del último debate, en enero de 2012, cuando López anunció su declinación a favor de Capriles, fortaleciéndolo como opción contra el gobernador zuliano, quien se alzaba como segundo favorito.
El 12 de febrero del año pasado, Capriles se convertía en el abanderado de la oposición para la Presidencia de la República al triunfar con más de 1,9 millones de votos, en unos comicios internos donde participaron tres millones de venezolanos. Este resultado supuso un aliciente para dar inicio a su campaña electoral, caracterizada por el recorrido a través de 320 pueblos de todo el país, con demostraciones multitudinarias como la concentración a las puertas del Consejo Nacional Electoral, el 10 de junio de 2012, donde inscribió su candidatura.
A pesar de las expectativas volcadas en esta elección, en la noche del 7 de octubre se anunció el triunfo del presidente Hugo Chávez con el 55% de la votación, el primer revés que Capriles sufría en una carrera política, durante la cual se enorgullecía “de no haber perdido ninguna elección”. Vuelta sobre sus pasos Poco después del duro revés sufrido, Capriles decide continuar en la contienda política y buscar la reelección en la Gobernación de Miranda, para lo cual llega a un acuerdo con el alcalde del municipio Sucre, Carlos Ocariz, quien había sido designado como candidato unitario para ese cargo.
Con la derrota a cuestas, Capriles se enfrenta en las urnas a Elías Jaua, principal apuesta del presidente Hugo Chávez para retomar el poder en ese estado, quien debió separarse de la Vicepresidencia de la República para aspirar al cargo regional. El 16 de diciembre Capriles volvía al ruedo político con una de las tres victorias que se anotó la oposición en las elecciones regionales.
Aunque se perdieron gobernaciones ya conquistadas por la oposición, como Zulia, Táchira y Carabobo; se considera que esta fue una victoria, por cuanto al Gobierno nacional le significaba mucho derrotar nuevamente a Capriles. Ser el más llamativo de los líderes de la oposición, con una supremacía sobre sus demás compañeros en las encuestas, reconocida por Luis Vicente León, presidente de Datanálisis, dejó a Capriles en una posición comprometida ante la convocatoria a elecciones presidenciales, tras la muerte del presidente Hugo Chávez el pasado 5 de marzo.
Ahora, con el apoyo de todas las fuerzas de la oposición resteadas en la tarjeta única, el candidato unitario estará cara a cara con Nicolás Maduro, sucesor de su antiguo rival político “mas no enemigo”, en lo que significa una nueva oportunidad de lograr la Presidencia de la República, y llevar a Venezuela por la senda del progreso y desarrollo, como principal objetivo de su carrera política.