Por la puerta del sol
Así como la Constitución se ha convertido en letra muerta, moral y luces son nuestras primeras necesidades, se ha convertido en una frase más. Casi nada están aportando al mejoramiento del país.
Cuando uno se pone a pensar en todo lo que ha ocurrido en los últimos años aquí, analiza los acontecimientos, trata de comprender la razón de la impresionante corrupción, la galopante inflación, caída de la producción, la tremenda escasez, carestía, falta de seguridad, derrumbe de la educación, falta de insumos en los hospitales, las incontables fallas de energía, el gran deterioro de vías, ciudades, calles, centros de educación y espacios públicos, la imparable suma de víctimas que a diario caen bajo las balas de la delincuencia, el acomodo de la interpretación de la Constitución, violación de los derechos humanos, irrespeto a la disidencia y libre expresión etc. Todo confirma la ineficiencia, incapacidad, falta de voluntad y de conocimiento de las verdaderas necesidades del país, por parte de los entes que gobiernan. Frustrante es la falta de imparcialidad de los administradores de justicia. Justicia para los del proceso, injusticia para la disidencia. Esto evidencia la habilidad que tienen los políticos y leguleyos de turno de manipularlo todo a su antojo y beneficio.
La justicia se ha perdido en la manigua de sus propios errores e interpretación de la ley a su conveniencia. Víctima de la injusticia ha sido la doctora Affiuni , igualmente lo han sido de la forma más inhumana los presos políticos Simonovis, Forero y Vivas. Sediento de justicia murió Franklin Brito sin que hubiera de parte de los que se llaman ley ni un rasgo de piedad. ¿Dónde se ocultó la justicia en este caso? ¿Podrán pedir piedad hacia sí quienes nunca la ha tenido hacia los demás?“No existe en el mundo tiranía más cruel que la que se ejerce a la sombra de las leyes en nombre de la justicia” (Montesquieau)
Los dirigentes actuales se amparan en una patente de corso que los legitima, para utilizar su poder, ofender y amenazas e inculcar el miedo en sus adversarios y tratar de detener reclamos y protestas. Han perdido su poder de razonamiento, de equidad, de equilibrio y de justicia. Utilizan el ventajismo y el poder como armas disuasivas.
Fuera está esperando un pueblo decepcionado que necesita se le pague un salario justo para que no sean más miserables cada día, que los medios productivos no sigan siendo oprimidos y acabados; que los llamados a defender los bienes, vidas y fronteras del país, no se parcialicen y ¡firmes! honren su nacionalismo.
Es necesario cambiar el discurso violento y ofensivo; el país necesita paz, libertad, respeto, reconciliación y unión.
Yo tengo un sueño en el que a la historia no la saturen de utopías ni de héroes fachendosos, tengo un sueño en el que podamos ir y venir por las calles sin temor, que sea el trabajo digno no la limosna la razón de nuestro sustento, un sueño en el que podamos firmar contra lo que no nos gusta y opinar sin temer a chantajes ni venganzas, un sueño en el que podamos tener asegurada nuestra casa, propiedades y vida, que sea el campesino dueño de sus tierras y pueda cultivarlas sin temor a que se las invadan o expropien, un sueño en el que la libertad de pensar y opinar nadie pretenda prohibir, un sueño sin amenazas ni violencia, un sueño en que se pueda enterrar el odio en el olvido y perdonar. Sueño en que un día podamos sentarnos todos en la mesa de la hermandad, en el que -como dijera en su famoso discurso Luther King- no seamos juzgados ni perseguidos por tomar nuestras decisiones acertadas o equivocadas.
Apostando por una vida digna, hoy estamos cobrando el pagaré que firmaron nuestros héroes el día que se proclamó la Independencia, y de la cual todos somos sus herederos y beneficiarios. Por esta independencia tenemos el derecho a la vida, a la libertad, a nuestros bienes, a la libertad de pensar, hacer y a la búsqueda de la felicidad, que deben ser garantizados por quienes nos gobiernan. Este cheque del que habla el Nobel de la Paz 1964 Martín Luther King, lo hemos recibido también nosotros con saldo en rojo, deficitario, nulo, sin una posible esperanza de cobro a futuro. Es esta una de las principales razones por la que seguiremos en la lucha hasta rescatar lo perdido y lograr la vida que queremos; camino del que no podrá desviarnos ni el mismísimo diablo. Los designios de Dios son insondables.