Los buenos modales son el toque distintivo de tu personalidad, con ellos irradiarás elegancia, naturalidad, sencillez y mostrarás tu buena educación.
Los buenos modales son la expresión de lo mejor que cada uno tiene en su corazón para dar a los otros. ¿Bondad o egoísmo? No es simple romanticismo o cursilería. Los buenos modales verdaderamente expresan el nivel de conciencia que tenemos hacia la dignidad de los demás.
Es por esto que es importante
Aprender a sonreír, independientemente de tu temperamento.
Tener el hábito de saludar, independientemente de tu posición en la empresa.
Vigilar el tono de tus palabras para no ofender al otro.
Ser consciente del daño que hacen las malas palabras.
Ser conscientes de que los gritos deben evitarse al comunicarse con la pareja y los hijos.
Cuando hay necesidad de llamar la atención o discutir es necesario recordar que queremos integrar no desintegrar.
Ser consciente que las carcajadas en una mujer la hacen parecer vulgar. Se puede reír con muchas ganas sin necesidad de hacer escándalo.
Saber comportarse al tomar los alimentos.
Cuando una persona decide desarrollar y perfeccionar la cultura de los buenos modales para enriquecer su personalidad y así enriquecer a los otros, está trabajando en todas las áreas de su vida.
No es lo mismo saludar con la alegría de saber que vas a un encuentro con otros, a saludar porque es una costumbre. La verdadera relación con los otros se construye desde las potencias espirituales y requiere de un esfuerzo interior para hacer de un saludo simple, aparentemente, una canción de bienvenida para los otros.
Esto requiere, que haya en efecto reservas, combustible, abono. Me refiero a que la vida interior, añade un velo especial al alma de una persona. Te hace más sensible, más cálido, más humano. El corazón se vuelve frondoso, y ansioso por crear nuevas formas de relacionarse con los otros.