#Opinión: Dictamen El Rey puesto Autor: José Ignacio Guédez

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Con el cadáver de Hugo Chávez en Capilla Ardiente y en pleno duelo nacional juramentaron a Nicolás Maduro como “Presidente Encargado”, gracias a una oportuna decisión del TSJ que reinterpretó la Constitución hasta adaptarla a la conveniencia del partido de Gobierno. Curiosamente la última orden del Comandante fue la de violar ese librito azul que tanto nombró y manoseó en vida. Esto con el fin de evitar a toda costa que Diosdado Cabello se quedara con el coroto por 30 días para convocar a elecciones como correspondía. Lo cierto es que a pesar de que no existe una sola prueba de vida de Hugo Chávez durante este nuevo período presidencial para el que había sido electo y para el cual no pudo ni juramentarse, la ocurrente tesis de la continuidad administrativa fue suficiente para que Nicolás Maduro heredara la presidencia cual trono monárquico. De esta forma el autodenominado “hijo de Chávez” irá ahora a una elección estando ya en ejercicio pleno de la presidencia como si se tratara de una bizarra reelección, a pesar de que el constituyente prohibió expresamente que un Vicepresidente fuera candidato. Increíble.
El hecho es que la misma persona que gobernó en nombre de un moribundo durante tres meses, ahora hace campaña con un cadáver al que le niegan la cristiana sepultura incumpliendo con su última voluntad. Pero la verdad retumba y los tiene nerviosos. Maduro es hoy o un mentiroso o un magnicida, que él decida. Si Chávez tuvo que gobernar en ese estado de salud tan frágil, si de verdad fue sometido al estrés de repartir cargos burocráticos, si en sus hombros recayó la decisión de devaluar la moneda, si la reunión de las 5 horas de trabajo ocurrió realmente; entonces muy probablemente eso habría sido lo que lo terminó de matar. Lo más humano es creer que todo eso fue mentira y que Chávez, tal y como él mismo le advirtió al país el 8 de diciembre cuando el pueblo lo vio por última vez, quedó incapacitado para gobernar luego de la delicada operación hasta que final y lamentablemente falleciera. Cualquier otra versión contradice la lógica y todos los principios de humanidad. No cabe duda que estamos en presencia de un guión, de una puesta en escena, de un plan diseñado en Cuba y desarrollado por esa cúpula inconstitucional que han llamado “junta cívico militar revolucionaria” y que tiene la intención de heredar el poder para repartirse el país. Para esto han decidido convertir el cuerpo de Chávez en un panfleto político para la propaganda electoral, al punto que muy probablemente convoquen un referéndum sobre la entrada de su cadáver al Panteón Nacional el mismo día de la elección presidencial. Eso sí es necrofilia, de la más grotesca y asquerosa. Son ellos, y no la oposición, quienes irrespetan sus restos y usurpan su memoria para beneficio personal.
Chávez, como buen caudillo, esperó mucho (literalmente hasta el último día) para mostrarle al pueblo a un sucesor de su política y proyecto. Y escogió al más tonto además, quizá por ajustarse mejor al tutelaje cubano. Difícilmente un Canciller puede ser “delfín” de un mandatario, que requiere más bien un apoyo en las políticas internas que son las que pueden darle tribuna a un sucesor. Lo único que explica esa incongruencia de que el encargado de la política exterior termine siendo candidato presidencial, es la preponderancia que en este modelo tiene Cuba, país del cual somos colonia actualmente. Pero Maduro no es Chávez y ya comenzó a hacer semblanza sobre sí mismo, realzando la figura de su esposa Cilia Flores a quien puso de jefa de Diosdado Cabello dentro de la estructura del comando de campaña, ¿Le traerá eso a los militares recuerdos de la época que ellos llaman cuarta república? Cada vez se le ve menos por la Academia Militar y mucho más por Miraflores donde él y su familia disfrutan de las mieles del poder sin habérselo ganado democráticamente al estilo Pedro Carmona y Francisco Franco. Le habla golpeado a la militancia pero sin el carisma de su mentor y cuando le da por cantar las palomas salen volando para envidia de los presentes. Reafirma su hombría con tanta frecuencia que levanta sospechas, ofendiendo indirectamente a su “padre” que no tuvo pareja conocida en sus últimos 12 años de vida. No se le ocurrió otra cosa que arrancar la campaña amenazando con la cárcel a su contendor escudándose cobardemente en la familia del difunto y dejando muy claro donde están ahora las “águilas” y las “moscas” de esta etapa postchavista.
El PSUV fue práctico y materializó con espeluznante frialdad eso de que “A Rey muerto, a Rey puesto”. Ahora lo único que se interpone entre los farsantes y el botín es un pueblo que tiene que hablar el 14 de abril. Capriles asumió el reto de continuar la lucha por un futuro mejor de unidad y progreso. No hay razón para no ratificarle el voto, al contrario, por algo Dios nos ha dado esta segunda oportunidad. Por su parte Maduro tratará de conocer el país en este mes a ver si se gana la confianza de las bases chavistas, a las que tiene mucho que explicarle luego de tres meses de ejercicio ilegítimo del poder en el que a punta de mentiras decretó la devaluación de la moneda más salvaje de nuestra historia.
Caso cerrado, el dictamen final lo tiene usted.

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