Gabriel García Márquez en una crónica el 6 de septiembre del 2003, con el mismo título de este articulo, se refirió a la desaparición física de Salvador Allende, para quien “La experiencia le enseñó demasiado tarde que no se puede cambiar un sistema desde el gobierno, sino desde el poder”. Tuvo al gobierno pero no la total adhesión de la sociedad Chilena.
Es el mismo imperativo de Antonio Gramsci, a los revolucionarios de todos los tiempos en sus “Cuadernos de la Cárcel”, cuando afirmaba que no basta tener el control del gobierno y de la burocracia del estado, para impulsar los cambios y aplicar la ideología, sino se cuenta con la voluntad y con las mentes de quienes convencidos de la Revolución están dispuestos a sacrificar sus vidas y avanzar en ese camino. Es lo que ha sucedido con muchos líderes carismáticos y proyectos mesiánicos, cuya obra y cuya realización han sido impulsos iniciales y con una vigencia temporal que se agota y se diluye con la desaparición del caudillo.
Fue el caso del Modelo Revolucionario de Salvador Allende y pudiera ser el destino del Socialismo del siglo XXI del presidente Chávez.
En Allende de acuerdo al escritor Colombiano el destino le deparo la rara y trágica grandeza de morir defendiendo un sistema que él había propuesto aniquilar sin disparar un tiro.
En el caso del Presidente Chávez, el destino, dentro de la dinámica del Cisne Negro, (impacto de lo altamente improbable y con grandes consecuencias) le deparo la trágica enfermedad del Cáncer y su largo y doloroso sufrimiento.
Que diferente hubiera sido si el entorno hubiera recomendado el necesario reposo y evitar todo estrés negativo destructor, que perjudica al sistema inmunitario facilitando los procesos tumorales, haber escogido la mejor medicina con las mejores técnicas en el mejor lugar. Además del retiro oportuno del poder como Benedicto XVI. En los que detentan el poder, el entorno trata de ocultar la enfermedad. Recuerdo, cuando como joven diplomático presenciaba los desfiles en la Plaza Roja, presididos por Lionid Brezhnev. Conocíamos lo que todos los rusos sabían que aunque continuaba como jefe de estado estaba incapacitado para el gobierno. Los médicos lo habían declarado clínicamente muerto, pero necesitaban mantenerlo como imagen.
La Ciudad del Vaticano no escapaba al bloqueo de información sobre la salud de los papas. Así ocurrió con Juan Pablo II, luego del atentado y su posterior deterioro físico con el cáncer de intestino y el mal de Parkinson. Lo necesitaban como emblema del Pontificado hasta su muerte. Benedicto XVI rompió esta tradición con su renuncia anticipada al Papado.
Mientras esperamos la verdadera historia de la enfermedad del señor Presidente y de sus circunstancias, seguimos manifestando nuestras condolencias a sus familias y a sus seguidores. Las muestras de afectos del pueblo reflejan el resultado de sus políticas sociales y su compromiso popular. Pero difícilmente podrá subsistir “el Chavismo sin Chávez”. Más allá de la emoción y el sentimiento, no se logro construir la arquitectura ideológica y política del sistema. Además ninguno de los líderes que están en la palestra y que tratan de encarnar al desaparecido Presidente tiene la capacidad intelectual, la fuerza del trabajo, la oratoria, el compromiso y la dedicación de quien fuera la referencia Política y Diplomática de Venezuela.
Heinz Dieterich, Padre espiritual del proyecto Chavista del Socialismo del Siglo XXI en una entrevista en el periódico La verdad de México, afirmaba, que no hay nadie en el entorno del Presidente para sucederlo. Sin el Presidente todas las variables del escenario político cambian. Al preguntársele por “el Chavismo sin Chávez”, podría subsistir, respondió: “Si entendemos por chavismo el modelo del gobierno lo que el Presidente ha forjado desde el 2003, la respuesta es No, ningún sustituto podrá controlar su partido (PSUV) ni tener la influencia internacional que Hugo Chávez ha logrado. Definitivamente como decía Churchill “La Política es más peligrosa que la guerra, porque en la guerra solo se muere una vez”, y como el mismo político y estratega ingles afirmaba en 1942 “Este no es el fin, ni siquiera el inicio del fin, tal vez pueda ser el final del comienzo”.
Muchos líderes carismáticos después de su muerte más que en el poder de sus pueblos y de la historia se quedan solo en el delirio de su hora y de su tiempo, solo las grandes causas y los verdaderos conductores permanecen en la historia y se prolongan en el tiempo. La verdadera muerte es cuando no se trasciende, en Venezuela el futuro lo dirá, en Chile ya conocemos su final
#Opinión: Brújula internacional “La verdadera muerte de un Presidente” Autor: Julio César Pineda
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