La complicidad caracterizó la inauguración de la individual El color de la alegría de Alirio Bracamonte. El artista y su presentadora, la doctora Milagro Gómez de Blavia, se vinieron preparados para entregarnos sendos discursos de bienvenida y regocijo.
Alicia Feaugas de Carmona fue la primera en hacerse eco. Agradeció la presencia del pintor de la montaña y de los invitados que se dieron cita en la Sala de Exposición de la Fundación Juan Carmona del diario EL IMPULSO.
“Nos complace tener en la Sala a Alirio Bracamonte, quien siendo perseverante insistió y trabajó con empeño para esta exposición. El artista, con treinta años de trayectoria, nos colma con 42 obras en creyón sobre papel. Muy interesantes y sobre todo, alegres. A la par de su carrera como agricultor, desarrolló un trabajo pictórico que comprende vivencias, las calles de su pueblo natal, personajes emblemáticos, viviendas del pueblo, entre otros”.
La velada continuó con las emotivas palabras del agricultor del color y la alegría.
Bracamonte reconoció el apoyo de la Fundación Juan Carmona y EL IMPULSO, de la doctora Milagro, de sus amigos, compañeros en el camino del arte y la creatividad, agradeció a su esposa Aída y a su familia, por motivarlo y en consecuencia, seguir pintando, a los invitados y al público presente por compartir un sueño alcanzado.
Inspiración y recuerdo
“He dado un alto en el camino para compartir con ustedes parte del esfuerzo y sentimientos reflejados en estos cuadros llenos de alegría y color. Son la expresión viva del recuerdo de mi Humocaro Alto, pueblo que ha sido y será siempre la inspiración, el sentido y el motivo para seguir pintando con el entusiasmo y la satisfacción que hasta ahora he logrado transmitir”, dijo Bracamonte.
Añadió que las expresiones coloridas que atavían la Sala de Exposición, son líneas que dan forma al vacío, son reflejos de la imaginación, son emociones encontradas, pasiones sentidas y fantasías que juegan a diario en sus pensamientos, en sus recuerdos, los cuales trata de plasmar con colores alegres para luego contemplar las sensaciones que esas nostalgias le producen.
“Esto me permite lograr que el espectador participe de mis impresiones, en un juego visual de imágenes y colores”.
Honestidad
Bracamonte saludó uno a uno a los invitados. Fue el último en ingresar a la sala para ver sus cuadros. Con humildad nos dijo sentirse muy emocionado, agradecido y feliz en medio de tantas bendiciones por parte de la concurrencia.
“Estoy muy contento, me siento honrado y afortunado por estar en esta casa de oportunidades y libertades, rodeado de tantos amantes del arte”.
El autor de las pinturas Casa de Don Arnoldo, Muchacho de circo, Girasoles, Niña de circo, Flores y mandolina, Calle de Santa Rosa, La mandolina de Ricardo Mendoza, La capilla, por nombrar algunos, se tomó su tiempo para preparar esta exposición.
“Me dijeron que en dos años podía exponer en la sala. Me tomé mi tiempo. Mientras aguardaba, pintaba. Trabajé con mucha dedicación y cariño, con mucho esfuerzo. Quería sacar algo que estaba dentro de mí para compartirlo con todos”. Precisó que nos trajo paisajes de Humocaro Alto, de Cabudare y Barquisimeto.
“Por donde sea que pase, todo se me queda en la memoria. Por eso la necesidad de llevar lo que observo al papel”.
Recordó que es enemigo de la tristeza. De allí que la muestra se titule El color de la alegría.
“A mí no me gusta la tristeza. Me gusta vivir la vida bonita, bella, hermosa. Cuando uno tiene un bache en la vida es inevitable no sufrir en el momento, pero no podemos estancarnos ni arrastrar cosas eternamente. Hay que olvidarse de todo lo malo y quedarse con lo bueno. Desde un saludo hasta un vaso de agua son valiosos para mí”.
Buena nueva
El artífice, Premio Nacional de Pintura, explicó que tardó dos años preparando esta muestra porque otro de sus objetivos a largo plazo es exponer en la capital, por lo que dio vida a cincuenta obras.
“Tengo preparada otra exposición que deseo llevar a Caracas para finales de año. Tengo 50 obras de 75 x 60 aproximadamente. Voy a tocar las puertas. Me gustaría exponer en la Galería de Arte Nacional o en el Museo Contemporáneo”.
Por su parte, la doctora Milagro Gómez de Blavia en su alocución nos habló de un gran artista que viaja con Humocaro en el corazón.
“A Alirio lo hemos acompañado en diferentes etapas de su vida… los recuerdos abundan y los amigos comunes tejen una hermosa trama humana como todo lo que rodea a Alirio: Violeta, Fruto, Reyna, Myriam, Willis… algunos presentes como testimonios vivientes del afecto sincero por Alirio… otros idos en tempranas partidas cuya ausencia igualmente nos reúne alrededor del protagonista de esta noche”.
Sabemos de él, prosiguió, que sale a los 16 años de su pueblo querido para aprender más de su otra gran pasión: el cultivo de la tierra. En Mérida se gradúa de Perito Forestal y aunque permanece fuera por 3 años, viaja con su Humocaro en el corazón y se lleva con él los recuerdos que siempre lo acompañarán.
“Se me fijan las imágenes…soy muy fantasioso”, nos dice con claro orgullo. Se identifica con el niño que jugaba con colores, que buscaba con curiosidad las formas en las piedras, en la corteza de los árboles, en las manchas que deja la lluvia en las paredes. Y aunque insiste que nadie le ha dicho nada, que sigue pintando a trocha y mocha, en esta nueva etapa de su vida ya asumió el compromiso y la responsabilidad de “tomar en serio la pintura”.
Gómez de Blavia añadió que Bracamonte es un hombre agradecido. “Las pequeñas ayudas son grandes cuando llegan a tiempo, dice. Pinta y pinta, de día, de noche… Se recrea recordando el apoyo recibido de Don Trino Orozco”. La presidenta de la Flor de Venezuela, Gómez de Blavia, sostuvo que Bracamonte celebra las oportunidades de exponer en compañía de otros artistas, los espacios ofrecidos para mostrar su obra, los curadores que le han orientado, los coleccionistas que han creído en él, a su familia que mucho le ha apoyado, a sus numerosos amigos que le han seguido, celebra la vida, valora los dones recibidos y agradece a Dios por permitirle mostrar su creación y transmitir con mucha emoción, lo que en esta importante ocasión se nos muestra bajo el sonoro título de El Color de la Alegría.
