Todo país que se aprecie tiene su protocolo interno que autoridades y comunidad deben respetar, porque proyectan la imagen de la nación. El protocolo y el ceremonial hablan de la manera de ser de un Estado y muchas de ellas trascienden al ámbito nacional para convertirse en una conducta internacional aceptada, que al hacerse costumbre se convierte en fuente del derecho internacional público.
El desconocimiento de las normas protocolares acarrea inconvenientes y todo tipo de problemas. Como dice el diplomático Rubens Ferreira de Mello: “No se trata simplemente de un formalismo, es un elemento de orden creado para evitar y resolver divergencias que surgen constantemente del encuentro de las vanidades humanas”.
En Venezuela existe la Dirección de Ceremonial y Acervo Histórico de la Nación dependiente del Ministerio de Relaciones Interiores y Justicia. Todo acto público importante y de trascendencia nacional debe estar consultado y dirigido por los funcionarios de esa Dirección que deben conocer esta materia. Varias fallas apreciamos en el reciente Funeral de Estado del Ex-Presidente Hugo Chávez y en la juramentación del Presidente Encargado Maduro, que a objeto de que queden registradas para la Historia nos permitimos analizar.
En el funeral, hubo entusiasmos en el narrador del programa que no le estaban permitidos al gritar varias veces entre actos ¡Viva Chávez!, con lo cual presionaba a los representantes de los Estados a una conducta inapropiada. Qué suerte de precedencia justificaba que en el funeral estuvieran en primera fila los Presidentes de Cuba e Irán, si se había establecido un orden alfabético para los Jefes de Estado y de Gobierno y de los representantes diplomáticos. Cómo es posible que se haya ignorado la presencia del Secretario General de la OEA Insulza, que tiene
rango de Jefe de Estado. Que se haya esperado el final para decir que también estaban presentes los Primeros Ministros de Curazao y Trinidad y Tobago. Que después de anunciarse las composiciones que iban a ser interpretadas por la Orquesta Sinfónica y el Coro, Cristóbal Jiménez haya anexado un corrido dedicado a Maisanta.
Con frecuencia los Jefes de Estado están usando en la solapa la bandera de su país. Qué metamensaje nos quiso emitir Maduro al exhibirse con la estrella de la bandera de Cuba en su solapa en un acto tan solemne. Conociendo el número de mandatarios y personalidades presentes cómo se atreve a presentarse sin un discurso escrito, sabiendo que en momentos como ese una palabra puede generar inconvenientes, como el hecho de hablar de Venezuela como potencia sin aclarar si lo es económica o militarmente. Cómo olvida su investidura de Vicepresidente y él mismo carga el micrófono hasta donde le conviene. Por qué dos veces en el programa se incluye lo relativo a la espada de Bolívar, para en coro enrostrarle a los otros países que recorre la América Latina.
El colmo fue lo relativo al brazalete tricolor que sólo usaban algunos funcionarios, incluyendo a los jefes de los poderes públicos, como si se tratara de una logia que gobierna el país. Brazalete muy similar al que usan las FARC en Colombia y que ahora con frecuencia mencione Maduro a una Dirección Político-Militar de la Revolución que conduce al país.
Estos dislates se repitieron en la juramentación como Presidente encargado, al jurar el cargo ante un librito y no como se hacía en anteriores oportunidades y sin advertir Diosdado Cabello que si así no lo hiciese que Dios y la Patria se lo demanden. Al subir al estrado del hemiciclo a los expresidentes Zelaya y Lugo de Honduras y Paraguay, al revelar momentos privados de los últimos días del Presidente Chávez y al presentar ahora a Cilia Flores como su compañera de vida, lo que no le da a ésta la condición de primera dama, como se acostumbra, para que ocupe lugar en el protocolo. Tenemos que devolverle a Venezuela la majestad del cargo de Jefe de Estado y la consideración de los buenos modales.