La semana anterior era impensable tener que escribir un resumen sobre la eliminación de Venezuela en la primera ronda del Clásico Mundial.
El béisbol es, quizás, el deporte de conjunto más impredecible de todos, pero la actuación de la novena criolla no estaba en los planes de nadie.
Si a alguien se le ocurrió apostar a que Venezuela quedaría fuera en la primera ronda, seguramente dio un fuerte golpe a la banca.
Y es que la ofensiva tricolor, en el papel, lucía como la más poderosa de todas. Pero todo se quedó precisamente en eso: en el papel.
Los bates criollos no lograron producir en los dos primeros encuentros. Solo lo hicieron frente al débil conjunto de España, aunque en el prime tercio del compromiso dominical se encontraron con un Richard Castillo concentrado y retador, quien minimizó a sus coterráneos en tres entradas.
Señalar culpables para esta catástrofe deportiva no es cosa sencilla. Lo cierto es que no se jugó buena pelota, no se ejecutaron las pequeñas cosas que marcan la diferencia dentro del terreno de juego y así es difícil ganar en cualquier nivel y frente a cualquier equipo.
La cabeza visible es Luis Sojo, mánager del equipo nacional en las tres primeras ediciones del CMB. Las decisiones del estratega no tuvieron mayor incidencia en los resultados de los dos primeros duelos, como tampoco tuvo peso algunos fallos dudosos de los umpires.
El mánager es el que paga cuando el equipo no consigue el objetivo. Ciertamente Sojo no batea, ni lanza, ni fildea, pero también se le acusa de no motivar a un grupo plagado de talento, que no tuvo la capacidad de levantar cabeza ni producir en los momentos claves.
Los slump ofensivos forman parte del juego. Era inimaginable que una alineación como la de Venezuela pudiese pasar por un mal momento colectivo, debido a la calidad de los integrantes de la misma.
Así fue. El slump fue general y solo Martín Prado, Pablo Sandoval y Omar Infante pudieron ser consistentes.
Castigados
El pitcheo no era el fuerte de Venezuela y quedó demostrado. Ni los abridores ni los relevistas pudieron contener el ataque de las novenas rivales; hasta la ofensiva española pudo fabricar seis carreras frente a los tiradores tricolor.
La efectividad colectiva de los serpentineros vinotinto fue 6.92. Así es difícil ganar en series cortas. Solo dos equipos culminaron con peor registro en ese departamento que los criollos.
Sin preparación
La plantilla de Venezuela solo estuvo junta tres jornadas antes del estreno frente a República Dominicana. Sin embargo, no puede atribuirse la mala actuación a esa situación, debido a que la preparación es igual para todos los países.
“No hay excusas; sencillamente, la ofensiva, que era nuestra principal fortaleza, no respondió, no pudimos batear, y en una serie corta como esta eso nos pasó factura”, aseguró Miguel Cabrera, quien fue el tercer bate del equipo.
Incongruencia
El mánager Luis Sojo había asegurado que de no llegar a la final podía considerarse un fracaso rotundo para la selección nacional.
Sin embargo, el presidente de la Federación Venezolana de Béisbol, Edwin Zerpa, sostuvo en su análisis que la actuación no pude considerarse un fracaso, a pesar del franco retroceso que se vivió, luego de clasificar en las dos ediciones previas y quedar fuera en primera ronda por primera vez.
Foto: Reuters