“Me voy a orar y a reflexionar. El Señor me ha llamado a dedicarme todavía más a la oración y a la meditación”. Estas fueron las palabras del papa Benedicto XVI al renunciar a su cargo. Los cristianos que llevamos a Cristo en nuestro corazón, no debemos sorprendernos cuando un hombre deja todo por seguirlo a Él. No puede haber nostalgia, ni desconcierto en nuestra alma, porque debemos entender que su Santidad se despide del papado, pero no de nosotros, no de su Iglesia. Además, va a un encuentro con el propio Dios.
Hoy, cuando se hace efectiva su renuncia, él mismo explica que “la oración no es aislarse del mundo y de sus contradicciones, tal como en “el monte” Tabor hubiera querido hacer Pedro, pues la oración reconduce al camino, a la acción. La vida cristiana consiste en un continuo subir a la montaña (al “monte” Tabor) para descender cargado del amor y la fuerza divina, con el fin de servir a nuestros hermanos y hermanas con el mismo amor de Dios”. La lectura que podemos hacer de sus palabras, es que Benedicto XVI va a recibir instrucciones del mismo Dios, y volverá con el mensaje divino.
Su misión la cumplirá en el tiempo que Dios decida. Realmente él se va en busca de Cristo. No lo pensó dos veces para atender su llamado. Benedicto XVI es el hombre, el teólogo, el filósofo del mundo contemporáneo más estudioso de la vida de Jesús de Nazaret. En su libro (Jesús de Nazaret), primera parte, editorial Planeta, manifiesta que ha intentado presentar al Jesús de los Evangelios como el Jesús real, como el “Jesús histórico” en sentido propio y verdadero, considerándolo una figura históricamente sensata y convincente. Ahora le gustaría verlo y conocer cara a cara.
En la página 29 de su libro, Benedicto dice lo siguiente: “Para entender a Jesús resultan fundamentales las repetidas indicaciones de que se retiraba “al monte” y allí oraba noches enteras, “a solas” con el Padre. Estas breves anotaciones descorren un poco el velo del misterio, nos permiten asomarnos a la existencia filial de Jesús, entrever el origen último de sus acciones, de sus enseñanzas y de su sufrimiento. Este “orar” de Jesús es la conversión del Hijo con el Padre, en la que están implicadas la conciencia y la voluntad humanas, el alma humana de Jesús, de forma que la “oración” del hombre pueda llegar a ser una participación en la comunión del Hijo con el Padre”. Este párrafo no deja la menor duda de la buena decisión cristiana a conciencia que asume el papa Benedicto XVI, en su interés por seguir a Cristo.
Desde Venezuela debemos darle gracias a este buen pastor, porque su decisión nos llena de optimismo y de coraje. En él sentimos que debemos descartar el hecho de que la vejez le disminuye al hombre la valentía, y al mismo tiempo considerar como cierto que más jóvenes que hoy no seremos nunca más; por tal razón, estamos en el momento de tomar las decisiones, tal como él lo hizo. Es verdad que los venezolanos (todos) vivimos un momento de desconcierto, pero su decisión nos inyecta ánimo y sabiduría para seguir adelante y nos deja al mismo tiempo la enseñanza de que nosotros que estamos acostumbrados a los sacrificios, debemos hacer un poco más de esfuerzo para terminar nuestra tarea. El descanso nuestro lo lograremos en la vida eterna, pero ahora la lucha seguirá. ¡Que Dios nos guíe por su camino!, el camino que habrá de tomar
Benedicto XVI: Buscar a Cristo.