#Opinión: Tiempo de cuaresma Por: Crisanto Gregorio Leon

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Especial significado ha de tener este tiempo para los cristianos. Tiempo para la conversión en espera de la Pascua, la resurrección de Cristo.
La Cuaresma ha de traducirse en un período de preparación espiritual para el recibimiento de Nuestro Señor Jesucristo.
Y recibir a Cristo implica una entera voluntad de trasformarnos, de ver en Dios el Padre amoroso que aguarda con los brazos abiertos a sus hijos pródigos. Pero que nos espera realmente arrepentidos de nuestras faltas y con la disposición de la constricción en actos de verdadero respeto al Padre Creador.
El tiempo de Cuaresma es indagar en nosotros mismos, si tenemos desierto el espíritu de la presencia de Cristo.
Cuarenta días para prepararnos a recibir al cordero, renovando nuestra fe y vivificando nuestro espíritu con las gracias que el ungido nos tiene reservadas.
Hemos de arrepentirnos con verdadero fervor cristiano y llevar el estandarte del Dios uno y trino en el espíritu, amándolo con todas nuestras fuerzas, con toda nuestra alma, con todo nuestro corazón y con toda nuestra mente; por ser Él: Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz (Isaías 9:6), y el “Varón de Dolores” (Isaías 53:3).
Tan prodigioso es el Señor, que nos llena de nuevas fuerzas. Él Varón de Dolores que murió por nuestros pecados, nos invita a restaurar nuestra vida espiritual.
El cordero de Dios, que padeció los dolores de la emigración, del rechazo, del abandono, del alma, de la soledad, de la traición, de la humillación y el prendimiento, de dos juicios injustos, los dolores de la burla y de la crucifixión.
Cuaresma: tiempo de purificación para ser dignos de que Él entre a nuestra casa. Y nuestra casa es nuestro cuerpo, nuestro espíritu y nuestra mente.
Preparémonos pues, a recibir con convicción y fe cristiana al hijo de Dios hecho hombre, purgando nuestros pecados mediante la limpieza del espíritu. Rectifiquemos los caminos que la libertad del albedrío nos ha hecho escoger equivocadamente y enmendemos el sendero para llegar hasta la presencia de Él con las sandalias sacudidas del polvo del camino errático que nos ha alejado de sus bendiciones y de sus manjares.
Es hora de reconciliarnos con el Padre, quien envió a su hijo como embajador plenipotenciario para preparar el encuentro para la salvación de los hombres.

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