“Me fui para Nueva York, en busca de unos centavos y he regresado a Caracas como fuete de arriar pavos. El norte es una quimera ¡Que atrocidad! Y dicen que allá se vive como un Pachá…” (Luís Fragachán).
El Central Park, el Río Hudson, el Puente de Brooklyn, los monumentales edificios de mi universidad, miles de cosas nos distraían en los ratos libres. Mis hijos se amalgamaban al coche por horas viendo Nueva York, casi tan curiosos como los padres. Todo era novedoso, en todo sitio se sentía uno seguro y hasta el hueco-apartamento que la universidad nos asignó nos parecía gracioso.
Conforme fuimos conociendo el Bronx, Harlem y Queens descubrimos que en esta ciudad también hay mucha pobreza, aunque nadie pase hambre. El tiempo vale tanto que la mayoría no puede gastarlo en sus hijos, por lo que casi todos los niños son criadospor nanas. Millones de personas viven solas y gente rica se siente muy pobre para arriesgarse a tener familia.Eso sí, la gente es dueña de su vida porque a nadie tirotean para quitarle unos zapatos. Que sea feliz con esa vida tan suya, esa es otra historia.
Honestamente, no creo que aquí se viva mejor o peor. El desarrollo brinda un bienestar inmenso que se traduce en seguridad, abundancia, innovación y poder. Pero este sistema de consumo irracional no puede ser la última fase de la humanidad. Cuando en un edificio de banco cabe más dinero invisible (porque es al menos cuestionable que los “los mercados” vivan en nuestra misma dimensión) que en 10 países juntos, uno empieza a preguntarse qué es la realidad. Y no defiendo el comunismo, si es que nadie está hablando de eso, pero el vacío que se le ve en la cara a la gente más rica del mundo es demasiado elocuente.
“El Norte es una quimera” tanto como lo es el sur. La humanidad es una tempestad. Hemos perdido la identidad y no sabemos a dónde vamos.El problema no es la bolsa, ni la derecha o la izquierda, está pasando algo más hondo.
Aquí es invierno y quisiera ver ese mar de Margarita.
@yongoicoechea