Capitalismo Lunar
Para la actual gestión gubernamental, la economía ha sido básicamente un simple ejercicio de asignación de renta petrolera inagotable, un asunto de derroche chulérico-diplomático, algo vinculado a establecer eventuales prioridades de gasto e inversión, de políticas fiscales, macroeconómicas, cambiarias, monetarias, comerciales, de balanza de pagos, es decir, a gerenciar, a tomar decisiones, a solucionar problemas, cosas absoluta y totalmente fastidiosas, aburridas, como todo lo que huela a “eso”, a economía, porque lo prioritario, faltaba más, ha sido, y será, construir, defender, hacer, y sostener a como dé lugar, la “revolución”. Lo político. Lo ideológico. Si, esa abundante materia herbácea que alimenta retóricamente ese resentimiento, ese relacionamiento belicista e intolerante del gobierno con buena parte de la sociedad venezolana.
La jurásica mentalidad económica, mezcla de retazos de un marxismo mal digerido y de románticas prédicas estatistas y anti-mercado a ultranza, ha tenido que apelar a decisiones ortodoxas forzadas por el lamentable cuadro fiscal y económico de la nación edificado con sudor y lágrimas de irresponsabilidad e ignorancia ilustrada, como la reciente devaluación, que al no estar incorporada a un conjunto integral, coherente y sensato de políticas económicas, junto al cierre del Sitme, la coloca como un paliativo que alivia, pero no resuelve problemas estructurales.
El otrora ogro del FMI, felicita en congratulación poco izquierdista y muy liberal al gobierno por el ajuste cambiario. Incluso en reciente sesión informativa de carácter informal sobre Venezuela, que desde 2005 no entrega ni colabora con el FMI en la entrega de datos e información ni recibe a delegaciones de sus técnicos, solicitaba «que las autoridades tomen más medidas para reducir la vulnerabilidad económica y mejorar el clima de negocios, y para alcanzar un crecimiento económico y del empleo sostenidos». (El Nacional, 04-03-2013).
Aferrados a las ramas de este árbol maltrecho que es nuestra economía, no vemos el bosque que lejos, exhibe su empuje, y revela nuestro triste rezago. Venezuela es hoy, gracias a esta eficiente labor de destrucción económica revolucionaria, un país que está hipotecando su futuro. Victor Salmerón, lo señalaba recientemente en una nota de El Universal: “El país es el único petroestado con deuda sobre el 50% del PIB. En la mayoría de los petroestados la política ha consistido en disminuir la deuda. Por ejemplo, Arabia Saudí la rebajó desde 65% del PIB en 2004 hasta 5,5% en 2012; Kuwait desde 18,5% hasta 7%; Irán desde 25% hasta 11%; Angola desde 54% hasta 28% y Nigeria desde 53% hasta 15%.” (28-02-2013). Pero claro, hemos sido exitosos en un lograr un acelerado…retroceso. ¡Que viva el socialismo emboinado!
Algo tan aparentemente banal, tan sencillo como el índice inflacionario, que en realidad es más bien como un índice de empobrecimiento, signo de nuestra capacidad de compra, exhibe una comparación deshonrosa. La inflación en Colombia cerró en 2012 en un “escandaloso” 2,44%. En Perú, el año pasado los precios “subieron” un horripilante 2,65%. En el Brasil de Lula y Dilma, el 2012 cerró con un “insultante” 5,82%. ¿Y en Venezuela? 20,1%.
Pero no todo es tan malo. En el índice de Libertad Económica 2013, del Wall Street Journal y la HeritageFoundation, Venezuela ocupa el lugar 174…de 177. Pero ya va, ¡no se pongan tristes! No estamos tan mal. Logramos ganarle y estar por encima de Zimbaue, Cuba y Corea del Norte. ¡Cuánto no es eso!
Es usual la referencia y atención, como signo de la nueva arquitectura global institucional, que los medios y países le asignan a los llamados delitos o crímenes de lesa humanidad, que según el Estatuto de Roma, y como correlatos inaceptables de guerras, conflictos o procesos de cruentas crisis políticas, religiosas o étnicas, agravian a la humanidad como género, y por tanto, relativizan la noción de “frontera” y “soberanía” justamente para el desarrollo de procesos judiciales y castigo a sus responsables.
Quizá sea en extremo utópico o inviable. Pero se me ocurre, que sería interesante crear un nuevo tipo de crimen, una novedosa categoría que frene tanta impunidad aniquilatoria, que tipifique la destrucción de la economía de un país, la demolición de sus bases productivas, y encuentre eco o dolientes en esa comunidad global. Sí. Aquí sobrarían las pruebas y evidencias para muchos delitos de lesa economía.
@alexeiguerra
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