La orientación económica del proyecto socialista del presidente Hugo Chávez, marcó la historia venezolana, convirtiéndose en uno de los sectores que sufrió mayores transformaciones en el tránsito de la nación petrolera hacia el socialismo del siglo XXI.
En 14 años, el mandatario incrementó la participación y el control del Estado en la economía. Nacionalizó empresas neurálgicas, centralizó el manejo de la Hacienda Pública, reguló los precios de alimentos y medicinas y fijó el tipo de cambio.
Para el profesor de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado, Pedro Reyes, el problema fue la orientación general de las estrategias económicas que con el pasar de los años generaron una grave crisis de producción, alta inflación, desabastecimiento y una anunciada devaluación.
Aseguró que a pesar del fallecimiento del líder de la revolución, si se mantiene la misma orientación de las medidas económicas los cambios no serán favorables para el sector financiero del país, al contrario la crisis será aún más fuerte.
“Se pudiera pensar que algunos sectores están conscientes de la necesidad de un nuevo modelo económico. El socialismo no funciona y si no se deja a un lado la ideología política, será difícil cambiar la realidad del país. El nuevo gobernante debe entender que no podemos seguir viviendo de la renta petrolera. Debemos estimular una economía productiva no rentista”.
A lo largo de su gobierno, Chávez hizo de las nacionalizaciones su marca registrada. Desde que asumió el poder ordenó la adquisición forzosa de grandes empresas petroleras, eléctricas y siderúrgicas, de bancos y telefónicas, así como de pequeñas industrias productoras. La ola de expropiaciones dejó una estela de más de 20 arbitrajes internacionales por montos multimillonarios.
Otro sello de la revolución fueron los controles de cambio y de precios. En el 2003, y tras un paro petrolero que golpeó las finanzas del país, el mandatario impuso un control de divisas. También fue el comienzo de la política de regulación de precios que luego se profundizaría a través de leyes para poner techo a los precios de alimentos, alquileres y medicinas. Hasta el 2013, el bolívar fue devaluado cinco veces.
El legado
Chávez deja una serie de subsidios que representan una pesada carga fiscal para el Estado. Venezuela tiene la gasolina más barata del mundo. Cálculos de la propia Pdvsa indican que cada año deja de percibir unos 11 mil millones de dólares por el subsidio a los combustibles. Además, el Gobierno importa alimentos, autos y electrodomésticos que son vendidos por debajo de su precio a través de sus redes propias de distribución.
Durante la enfermedad del mandatario, la deuda venezolana experimentó alzas sustanciales por las expectativas del mercado a un cambio de Gobierno y una posible transición hacia una administración más amigable con el mercado.
