El puente de La Feria tiene largos años sin recibir cuidados y, en los últimos años, el deterioro se ha vuelto peor.
Cruz Ramos, vecino, declaró que a pesar de los intentos por obtener los beneficios de los organismos correspondientes, tardan en socorrerlos. “El puentecito está bastante dañado; las bases de la estructura pueden arruinarse por completo de un momento a otro”, advirtió el dirigente vecinal. Mientras tanto, las familias del popular sector siguen a la espera de la ayuda oficial.
De no contar con el respaldo de los expertos, seguramente, las condiciones en materia de vialidad empeorarán. De allí que soliciten la colaboración de la Empresa Municipal de Infraestructura (Emica) o del Instituto de la Vialidad del estado Lara (Invilara). Tienen miedo de alguna desgracia frente al volante y es que a simple vista se observan los pequeños derrumbes.
Aunado a la situación del puente, valdría la pena señalar el caos en las principales calles de la comunidad. Los huecos maltratan al asfalto de principio a fin… transeúntes y conductores sufren por igual con la penosa realidad. Los consejos comunales de la zona, al parecer, realizan los trámites para conseguir el Asfalto Parejo de la Alcaldía de Iribarren sólo que nada sucede a favor de ellos.
Racionamiento del agua
Por otra parte, Valentina de Márquez, otra de las habitantes, expresó su molestia con la hidrológica regional. Aparentemente el racionamiento del vital líquido es “exagerado” y son pocos los recipientes que logran llenar para abastecer a las familias. Entre los quehaceres básicos del hogar se gasta la mayor parte del agua acumulada.
“Nos preocupa que en la parte alta de la comunidad recibamos apenas lo necesario para preparar los alimentos y lavar la ropa una vez a la semana. Es importante que Hidrolara distribuya el servicio de forma justa; los niños y personas de la tercera edad son los más perjudicados con la escasez del mineral”, sostuvo.
No obstante, el asunto del agua no es lo único que preocupa a la barriada. El alumbrado público necesita mantenimiento en casi todas las calles. Es una zona oscura, después de las 7:00 de la noche, ante la ausencia de lámparas en los lugares comunitarios. La cancha deportiva, es la única que se salva de las tinieblas gracias a las reparaciones recientes.
Los residentes notificaron a Corpoelec el deterioro de las luminarias, sin embargo, no mandan las cuadrillas de reparación. Entre las consecuencias que dejan está la sensación de inseguridad y la poca visibilidad para los conductores que en horas nocturnas o de madrugada regresan de trabajar.
Insalubridad
Lo que ocurre con el servicio del aseo urbano tampoco es agradable. Los compactadores de basura tardan semanas en recoger los desperdicios y, en las esquinas o frente a las viviendas, los perros terminan haciendo desastres cada vez que intentan buscar algo de comida.
Si bien los vecinos afectados han reportado la irregularidad en la Alcaldía de Iribarren no existen correctivos: los desechos empiezan a atraer toda clase de alimañas en detrimento de la salud de las personas del vecindario. Náuseas, dolores de cabeza y hasta pérdida de apetito, afectan a los organismos de residentes (pequeños y grandes).
A propósito de las alimañas, también mencionan las malezas o matorrales que bordean a la comunidad por falta de mantenimiento del gobierno municipal. Culebras han salido en medio del monte, dirigiéndose hasta las casas donde niños de corta edad corren un terrible peligro al igual que sus padres.
En este sentido, solicitan al presidente del Instituto Municipal del Aseo Urbano, Frank Sánchez, la normalización en la recolección de la basura, si no la insalubridad continuará preocupando y generando malestares. “El aseo no pasa aunque nosotros paguemos por el servicio en el mismo recibo de la luz eléctrica; la fetidez no se aguanta”, dijo el vecino Carlos Pérez.