Pablo Medina
Buscó la presidencia vitalicia
Conoci a Chávez en 1977 en Maracay, recuerda Pablo Medina, uno de los fundadores de la Causa R y de Patria para Todos. Fui con Federico Ruiz y Alfredo Maneiro. Éste habló de la situación que se vivía en el país. El sistema electoral venezolano impedía que los grupos minoritarios pudieran ser mayoría, había una dictadura sindical por parte de la CTV y, en general, una cerrazón política. El mundo se debatía en la guerra fría entre la Unión Soviética y Estados Unidos.
Estábamos naciendo como Causa R con Maneiro y buscábamos una salida como la que ocurrió en 1945 cuando hubo la junta de gobierno presidida por Rómulo Betancourt, que fue una acción cívico-militar. Claro, Chávez era subteniente y no tenía ningún poder. Alfredo murió al poco tiempo. Y todo lo propuesto se desvaneció.
Después me lo encontré cuando ya era capitán y más tarde, mayor. Vino algo que empujó a lo que fue el 4 de febrero: el Caracazo, reprimido brutalmente por el gobierno de Carlos Andrés Pérez, quien sacó el oro del Banco Central de Venezuela. Yo era diputado e hicimos esa investigación de cómo el Ejecutivo Nacional para aplicar la política del Fondo Monetario cometió la masacre del 27 de febrero.
Si no ocurre el Caracazo no habríamos tenido 4 de febrero, porque en las fuerzas armadas siempre ha habido logias, pero no terminan en sublevación, rebelión o golpe de Estado.
Esa relación con Chávez fue muy polémica, llena de incoherencias por parte de él y falta de constancia, aun cuando en los momentos en que tuvimos oportunidad de conversar yo siempre insistía en que la salida tenía que ser el proyecto democrático, pero él siempre ponía el ejemplo de militares que habían sido presidentes: Juan Domingo Perón (Argentina), Torrijos (Panamá), Velasco Alvarado (Perú).
Me oponía a su tesis bolivariana, porque Bolívar en su discurso de Angostura, de 1819, propuso que el presidente debía durar 4 años en sus funciones y no la reelección; pero, posteriormente, en la Constitución de Bolivia planteó la presidencia vitalicia, cosa totalmente contradictoria a la primera.
En la Asamblea Nacional Constituyente fueron mayores mis diferencias con él porque conociendo su forma de pensar y su admiración por esos militares que tomaban el poder sin límite, no estaba de acuerdo con su proyecto del período presidencial de 6 años con una reelección, pues sostuve que 12 años continuos era abrirle el cauce a una dictadura. Propuse que el mandato fuese de 5 años sin reelección o cuatro años con una sola reelección.
Como yo veía un gran peligro en Chávez, porque no tenía experiencia de Estado, consideré que iba a destruir lo que quedaba de República y fui el único de los 116 miembros del Polo Patriótico que no firmó la Constitución.
Estoy de acuerdo en buena parte del texto constitucional, pero quise llamar la atención sobre el aspecto que he mencionado. Y aunque Chávez fue derrotado con la reforma del 2007, sin embargo, por la vía de la enmienda, los partidos de oposición aceptaron hacerle el juego.
Como en el fondo lo que se pretendió fue establecer una presidencia vitalicia, ese problema es lo que nos ha conducido a la crisis actual. Porque su período de 6 años y la reelección fue demasiado tiempo de mando. No debió volver a relanzarse.
Se caracterizó como un muchacho inquieto, muy vivaz, proclive a las relaciones sociales
Como estudiante nunca fue político ni demostró tener ideología
Su espontaneidad lo llevó a pegar afiches de José Vicente Rangel cuando era candidato presidencial
Siendo teniente anunció que antes del 2000 echaría una gran broma en Venezuela
Si no hubiera oído los consejos de Luis Miquilena habría sido otro militar que intentó ser político, expresa el Dr. Rafael Simón Jiménez
En 1965 tuve el primer contacto con Hugo Chávez cuando comenzó a estudiar en el liceo O’Leary, de Barinas, que era el único instituto público que existía en el estado, recuerda el Dr. Rafael Simón Jiménez, abogado, ex parlamentario, historiador, analista político y coordinador nacional del movimiento La Constitución es el camino.
Ya un año antes, al iniciar mis estudios de bachillerato, conocí a su hermano, Adán, quien fue mi compañero de estudios durante tres años consecutivos. Como era la usanza de la época, había dos opciones para continuar la formación secundaria: Humanidades y Ciencias. Escogí la primera y él, la segunda.
El Dr. Jiménez, hijo, nieto y sobrino de políticos, no se inclinó por Acción Democrática del cual eran dirigentes sus progenitores sino por el Partido Comunista, cuyo secretario general era uno de sus tíos y recuerda que, ya a los doce años, tenía conciencia política, aunque no desarrollada, pero que le permitió liderar a los jóvenes de su liceo.
De esa época, dice, tengo la imagen del Chávez inquieto, vivaz, muy proclive a las relaciones sociales y que se involucraba mucho en lo que se conocía como las actividades complementarias. No solamente en la afición deportiva que lo mantuvo por muchos años, sino en el teatro y las presentaciones artísticas.
Hábitos llaneros
Sabaneta, donde nació quien sería Presidente de la República, entonces era un poblado del estado Barinas, parroquia del municipio Obispo. Creo, prosigue, que allí adquirió todos los hábitos del llanero: comunicativo, cantador, declamador, poeta improvisador y fabulador, que lo van a influir en toda su vida.
El padre de Chávez, conocido como el maestro Hugo de los Reyes Chávez, fue un hombre muy esforzado en levantar a su familia.Comenzó como maestro no graduado, en 1959, cuando el gobierno de Rómulo Betancourt hace de la expansión de la educación una política y comienzan a multiplicarse las escuelas. Sin ser bachiller dio clases en pequeñas escuelas cercanas a Sabaneta: Los Rastrojos, San Hipólito y otras vecindades, que hoy son muy cerca, pero para esa época, por la intransitabilidad y las vías no asfaltadas, lucían muy lejos.
Hizo cursos de mejoramiento y llegó a ser director del grupo escolar Julián Pino, que sigue siendo el más importante de Sabaneta.
Aclaró que no fue un niño pobre, sufrido, que vendió arañas (dulces hechos en casa) o sembró maíz.
“Es posible que lo haya hecho esporádicamente, porque estamos hablando de un tiempo donde la mayoría de la población era pobre. Era la pobreza digna de los años 60”.
Él dice que usó alpagartas, pero éstas las usaba todo el mundo en los pueblos, por cuanto el calzado era una cosa privilegiada que se reservaba para ir a misa o a las fiestas.
Con Chávez tuve una relación no demasiadacercana, pero sí muy cordial, sobre todo porque él reconocía que yo levantaba las banderas de la izquierda y de todos los planteamientos avanzados.
Fue una época muy marcada por la protesta estudiantil porque el mundo estaba revuelto y Venezuela también, por cuanto vivíamos las secuelas de la lucha armada de los 60. Entonces, casi todos los jóvenes se contaminaron de ideas de rebeldía e incluso de irreverencia.
Se creía predestinado
Se ha creado otra fábula sobre Chávez y su hermano de que fueron dirigentes políticos, militaron en una célula comunista y al entrar en la Academia Militar ya iba contaminado. Nada de eso es verdad. Nunca tuvieron inquietudes políticas definidas cuando estudiaron el bachillerato.
Lo que sí tuvo Hugo Chávez siempre fue una inquietud, vamos a llamarla social, de vincularse a la gente pero, sin ninguna definición política, ideológica o de otro tipo.
Donde quiera que lo conseguía, en distintos momentos, se me acercaba y me saludaba como “mi hermano querido” y me daba abrazos; pero, eso era su forma de ser con todas las personas que conocía y trataba.
Pasó un tiempo sin vernos porque yo me había ido a Caracas a estudiar en la Universidad Central de Venezuela y él a la Academia Militar; pero, en 1975, de repente yo voy caminando por una calle de Barinas, adyacente por cierto al Palacio del Marqués, asiento de los poderes públicos, y él venía manejando un Dodge Dart muy viejo, propiedad de su padre, y cuando me ve da un frenazo, baja, uniformado, para darme un abrazo y después de intercambiar amablemente unas preguntas, me dice que él es subteniente.
“Mira, Rafael Simón, sabes que ya viene el 2000 y antes de ese año soy general…y ya vas a ver la broma que voy a echar en Venezuela”, me expresó y me asombré porque faltaban 25 años para el 2000.
Supongo que él ya era de esos hombres que se creen predestinados, milagrosos y carismáticos. Y, desde luego, convenció a otros militares con esa idea.
Pegó afiches de José Vicente Rangel
Se sabe que su primera entrevista con un dirigente político fue con Alfredo Maneiro, a quien le manifestó que estaba montando un movimiento conspirativo y el fundador de la Causa R le ripostó que no era ese el tiempo todavía de los cambios en Venezuela. Aún más le aconsejó: “Si yo tuviera 800 bolívares le compraría un multígrafo y no una ametralladora, pues la crisis en el país va a venir dentro de 25 ó 30 años”. Fue profético desde ese punto de vista.
En 1978 cuando yo era jefe de la campaña del MAS en Barinas y nos encontrábamos varios jóvenes en el sector José Antonio Páez, popularmente conocido como Los Pozones, pegando afiches de José Vicente Rangel, que era su segunda campaña presidencial, pasaba Chávez con otro militar en un carro. Creo que él era capitán y su acompañante mayor.
Ambos venían de una celebración y cuando nos vieron, se detuvieron y, sin importar que andaban uniformados, Chávez y su compañero se pusieron con nosotros a pegar los afiches esa madrugada.
Después cuando fue comandante del puesto militar de Elorza seguimos tratándonos con gran cordialidad, aunque no tenía definición política, pues su transformación se produjo cuando entró en conexión con unas ideas nacionalistas, bolivarianas y más tarde socialistas o comunistas. Sobre todo, cuando todo se creyó que era un líder providencial y de que estaba llamado a resolver los problemas de Venezuela porque Bolívar no había cumplido su misión, ni tampoco Zamora.
Sin Miquilena no habría alcanzado el poder
Después del 4 de febrero de 1992 lo visité en Yare, pero ya era un hombre distinto. Sin embargo, mantenía su capacidad de improvisación al punto de haber escrito unas coplas a su compañero Acosta Carles.
Yare se convirtió en una peregrinación compuesta por toda la vieja izquierda fracasada en el terreno político y militar, en la cual estaban los que llaman el grupo Garibaldi, Pedro Duno, Manuel Quijada, Jorge Giordani y entre los más conocidos, Domingo Alberto Rangel que proclamaba la abstención, y Luis Miquilena, hombre legendario, quien ha cumplido un papel fundamental en las luchas democráticas.
Igualmente asistían algunos grupos como el Frente Patriótico, el Movimiento Moral y otros que se formaron y tuvieron que ver con la salida de Carlos Andrés Pérez de la presidencia.
Al salir de la cárcel, Chávez siguió hablando de la insurrección cívico militar, prácticamente, de un nuevo golpe de Estado y en todas sus concentraciones persistía en sus amenazas. Incluso, a Caldera, a quien retaba a que lo pusiera preso, para que viera que iba a caer.
Miquilena, quien es un hombre apasionado, vehemente y muy convencido de las cosas que cree, comenzó a trabajar a Chávez con la idea de que estaban dadas las condiciones para un cambio por la vía electoral.
Eso era evidente porque en los años 90 ya Venezuela venía con un deterioro muy grande después del 4 de febrero, el 27 de noviembre, la salida de Pérez del poder y todo el agotamiento político.
Y se produce en diciembre de 1997, en Valencia, una convención del MBR-200, donde Chávez compra la tesis de participar en las elecciones, pero más de la mitad de su movimiento no está de acuerdo y lo abandona.
Si Chávez con todo el éxito, entre comillas, que logró, no se consigue a Luis Miquilena, se hubiera quedado como uno de los tantos militares que hubo en la historia venezolana que trataron de incursionar en la política y fracasaron.
La ganancia que significó para Chávez la vía electoral se lo debió a los consejos de Miquilena, quien lo convenció que ese era el camino para llegar y mantenerse en el poder.