«Hasta la vida siempre», la despedida por adelantado de Hugo Chávez

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Con el puño en alto, el presidente Hugo Chávez se detuvo en la escalinata del avión y gritó «Hasta la vida siempre». Esas palabras del 10 de diciembre, antes de embarcarse hacia La Habana para someterse a una cuarta operación contra un cáncer que le detectaron en 2011, se convirtieron en el último adiós del carismático líder, fallecido el martes a los 58 años.

Intuitivo y gran comunicador, el mandatario, a quien nunca más se le escuchó ni se le vio en público, inscribió esa frase en la historia.

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Una infección pulmonar surgida a consecuencia de la cirugía, que sus médicos nunca pudieron curar, limitó los últimos casi tres meses de su vida, en los hospitales primero en La Habana y después en Caracas, tras su regreso el 18 de febrero

El todopoderoso Hugo Chávez, 58 años, que ganó todas las elecciones presidenciales que disputó y que en algún momento proyectó gobernar hasta 2031, tuvo su talón de Aquiles: un cáncer que le fue diagnosticado en junio de 2011 durante una visita a La Habana, adónde había viajado para tratarse un dolor en la rodilla izquierda.

«¿Qué dolor es ese?» Con esa inquietud el líder cubano Fidel Castro le instó a  a someterse a exámenes. «Yo no encontraba cómo quitarme de encima los ojos de águila de Fidel, ‘qué te pasa, qué dolor es ese’ y empezó a preguntarme como un padre a un hijo (…) y empezó a llamar a médicos y (pidió) opiniones, tomó el mando», contó Chávez el 1° de julio de 2011, un día después de hacer pública su enfermedad.

Le fueron practicadas de urgencia dos cirugías: una por un absceso pélvico y otra para extraer el tumor cancerígeno, que, según dijo el propio mandatario, era «casi como una pelota de béisbol».

Castro, considerado por Chávez como su padre político, se convirtió, en sus propias palabras, en su «médico superior», acompañándolo durante las sesiones de quimioterapia que siguieron en La Habana.

El presidente venezolano se trató casi exclusivamente en la capital cubana, donde encontró seguridad y secreto, a pesar de que el expresidente brasileño Luiz Inacio Lula Da Silva y la actual mandataria Dilma Rousseff le propusieron tratarse en el renombrado Hospital Sirio Libanés de Sao Paulo.

En pocas semanas, Venezuela observó un cambio radical de su presidente: Chávez aparecía en público con menos frecuencia, pronunciaba discursos más breves y cambió sus horarios nocturnos por una saludable actividad matutina y una dieta con más frutas y menos café.

Además, el lema «Patria, Socialismo o Muerte», que había defendido por años como grito de guerra, se transformó en un optimista «viviremos y venceremos».

Su buen humor no se vio afectado, incluso cuando apareció en agosto de 2011 con el rostro más hinchado y la cabeza totalmente calva por la quimioterapia.

Y mientras sus seguidores realizaban decenas de ceremonias religiosas por su salud, incluyendo ritos indígenas y afrovenezolanos, el mandatario declaró estar en «proceso de renovación espiritual».

El mandatario nunca dejó el poder, que ejerció desde el 10 de enero de 1999, y según sus colaboradores, siguió enviando instrucciones de gobierno desde su cama de hospital, comunicadas por escrito al no poder hablar, hasta sus últimos días.

Su enfermedad, mantenida en un estricto misterio, fue objeto de constantes rumores, que lo daban por muerto o lo hacían bajo tratamiento en una isla venezolana o en otros países, mientras la oposición dudaba de las versiones oficiales y reclamaba con cada vez más fuerza la verdad.

Intentando desmentir los reportes negativos, días antes de su retorno a Caracas, el gobierno publicó varias fotos de Chávez acompañado de sus dos hijas mayores en un hospital de La Habana.

Los vaivenes de su salud marcaron la vida del país. En octubre de 2011 Chávez declaró superada la enfermedad, pero sus problemas reaparecieron seis meses después, cuando anunció que debía regresar a Cuba para someterse a una cirugía de extracción de otro tumor ubicado en la misma zona del primero, sin dar más detalles. Antes de partir aseguró que volvería «con más vida que nunca».

Obligado a someterse a cinco ciclos de radioterapia, el mandatario extendió sus temporadas en La Habana, aunque permaneció muy activo escribiendo mensajes en su cuenta de Twitter, cuyo uso potenció durante sus convalecencias.

Durante la pasada Semana Santa regresó a la ciudad de Barinas (en su estado natal del mismo nombre, suroeste) y en una misa transmitida en directo por la televisión, conmovió a sus familiares que le rodeaban y a los telespectadores venezolanos cuando pidió más tiempo de vida.

«Le digo a Dios si lo que uno vivió y ha vivido no ha sido suficiente, sino que me faltaba esto (la enfermedad) bienvenido, pero dame vida, aunque sea vida llameante (…), dame vida porque todavía me quedan cosas por hacer por este pueblo», pidió Chávez, que lloró durante la misa.

Sin embargo, a inicios de junio pasado, una semana después de inscribir su candidatura para su tercera reelección, el mandatario afirmó que estaba «libre» de la enfermedad.

Tras una campaña atípica para el enérgico líder, que caminó poco y realizó discursos cortos -aunque en alguna oportunidad apareció bailando y cantando con sus seguidores-,  fue reelecto en octubre para un tercer mandato de seis años con una holgada victoria con 55% de los votos ante el opositor Henrique Capriles Radonski.

Sin embargo, luego del triunfo, admitió que había sentido los efectos de la enfermedad durante la campaña y que «hizo un 10% de lo que sin radioterapia hubiera hecho».

«En verdad yo fui a boxear con la mano zurda amarrada y con una pierna amarrada, brincando en un solo pie», acotó.

Tras someterse a nuevos exámenes en Cuba, Chávez anunció el 8 de diciembre una nueva recaída del cáncer y una cuarta intervención quirúrgica en la isla. La convalecencia en la isla  le impidió estar presente en su toma de posesión el 10 de enero.

Pero antes de partir nombró a su vicepresidente Nicolás Maduro como su heredero político y el candidato de las filas oficialistas en las elecciones que se deben convocar en 30 días.

Después fueron casi tres meses de invisibilidad y silencio.

Ël mismo anunció su regreso a Caracas en twitter y en el que sería su último mensaje a sus seguidores: «Sigo aferrado a Cristo y confiado en mis médicos y enfermeras. Hasta la victoria siempre!! Viviremos y venceremos!!!», y su cuenta se disparó por encima de los cuatro millones de seguidores.

Foto: Archivo

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