La democracia no es sólo votar, para que funcione requerimos que la comunicación entre grupos sociales sea efectiva; de lo contrario es una forma de vida para aquellos que pudieran pagarla. Por eso, se suponía que era necesario, como lo dice Alonso Moleiro, sanear la economía para que el crecimiento económico y la inversión hicieran posible la bonanza general.
A nosotros se nos sembró la idea de un país rico, donde el dinero fluía a manos llenas y de manera infinita y así la pobreza comenzó a tomar forma, a ser visible. La justificación de la delincuencia amparados en las heridas de la desigualdad, un entramado criminal que genera dinero, la corrupción como arma de hacerse rico, en fin una sociedad que todo lo critica pero si tiene que recurrir a cualquier medio para obtener un “favor”, siente que no le queda mas remedio que adaptarse, y se queda tranquila.
El ciudadano en estos 14 años ciertamente tiene mejoras parciales en materia de consumo; pero hemos sido acostumbrados por una política oficial deliberada a concentrar el esfuerzo y a evadir las formas éticas en: el robo, el secuestro y la extorsión, convirtiéndolas en actividades normales. Ello está combinado con el dolor de tantas familias por la muerte de un familiar a manos del hampa, ya que la delincuencia no siente el peso de la ley.
El diseño institucional desde que se fractura la conciliación de las élites políticas (Pactos) se ha dirigido a restar y excluir. Pero el discurso se fundamenta en la inclusión. Con lo cual se evidencia que una cosa es ser mayoría y otra excluir a millones de venezolanos que se oponen al socialismo y han ido quedando sin espacios.
La participación ciudadana ha quedado dominada por la lealtad y el clientelismo a un partido del Estado, el PSUV, que quiere convencernos que es democrático porque hacen primarias, y sabemos que en este momento no tiene Jefe, sino pequeños grupos de poder, que brincan de una función de gobierno a la del partido, dejando las funciones gubernamentales y administrativas a merced de lo que convenga.
En este momento en Venezuela, ningún funcionario que tenga a cargo la función de gobierno y de administración recuerda la responsabilidad personal a la que constitucionalmente está sometido; y más vale que se acuerden, porque tendrán que responder por ello.
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