Una de las más exigentes disciplinas artísticas es el ballet. Alcanzar un nivel impecable, depende de una voluntad inquebrantable. A prueba de todo. No basta atesorar condiciones, es preciso entregarse con pasión en cada ensayo. Así lo considera la bailarina barquisimetana María José Hernández, quien fue contratada por el Ballet Nacional de Panamá.
Días atrás, tuvimos la oportunidad de ver la extraordinaria plasticidad y elegancia de esta joven en el escenario, a propósito del vigésimo aniversario de la Escuela de Ballet Clásico del estado Lara.
Formada bajo la tutela de la profesora Luisa Suárez, la espigada joven de 22 años conmueve por su naturalidad y sencillez fuera del escenario. Con motivo de su partida a Panamá, conversamos con Hernández sobre lo que representa este nuevo reto, sus anhelos y el significado que tiene la danza en su vida.
“En noviembre mandé un video al Ballet Nacional de Panamá con varias coreografías que había hecho, luego recibí un correo en el que me decían que les encantaba mi trabajo y que me querían con ellos. Debuté con el ballet el 23 de enero”.
La danzarina comenzó a los 8 años de edad en la Escuela de Ballet Clásico del estado Lara por iniciativa de su madre.
“Salió un anuncio en el periódico, fui a la audición y me seleccionaron. Al poco tiempo le tomé cariño. En 2007 me gradué como bailarina ejecutante”.
Hernández estudió bachillerato en el Mario Briceño Iragorry. Aunque pensó cursar estudios universitarios, sostuvo que la danza ahora es su prioridad.
“Por ahora quiero aprovechar el tiempo, bailar y seguir superándome en esta área. Luego habrá tiempo para estudiar. Desde los 8 años me decidí por el ballet”.
Aseguró que la danza es su modo de vida, un apéndice y una extensión de su diario vivir. “Es algo que está dentro de mí. Cuando bailo siento una satisfacción enorme, es indescriptible. Cuando los aplausos llegan es increíble, siento que lo logro”.
Hacer lo que amo, añadió, transmitirle al público lo que vivo mientras ejecuto una coreografía, es inexplicable. “A través del ballet neoclásico es posible expresar emociones, ira, tristeza, pasión, en ese momento estoy en ese papel y ver al público emocionarse y conmoverse es único. Lo disfruto yo y a su vez el espectador y esa es la tarea, lograr esa empatía”.
Travesía
En el año 2009, tras graduarse, Hernández se unió al Ballet Contemporáneo de Caracas. Con esta organización realizó las coreografías Sueño de una noche de verano, Carmen y El Cascanueces.
Posteriormente, regresó a Barquisimeto debido al cierre de la compañía. Al tiempo se fue al Ballet Nuevo Mundo, en el que estuvo tres años, exactamente hasta diciembre del año pasado. En 2012 compartió con el Ballet Teresa Carreño la temporada 2012 de El Cascanueces.
“En Nuevo Mundo estuve bajo la dirección de la profesora Sandra Rodríguez, la primera bailarina de Venezuela y de diferentes ballet del mundo”. Decidida a irse para continuar superándose, la joven llega hasta Panamá, donde la aceptaron inmediatamente.
“Quiero seguir haciendo cosas nuevas. Es un poco difícil alejarse del país, pero hay que avanzar”.
Al preguntarle qué se lleva de cada una de estas escuelas comentó que de la Escuela de Ballet Clásico del estado Lara se lleva sus inicios.
“Cada consejo de la profesora Luisa valió la pena. Más que una maestra me dio lecciones de vida como una madre. Agradecida con la maestra. Sin ella no estuviese donde estoy ahora”. Destacó que del Ballet Contemporáneo quedó una bonita experiencia. Del Nuevo Mundo su entrada a la dimensión neoclásica. “Es una compañía más contemporánea. Aprendí a moverme con más soltura”.
A las nuevas bailarinas les recomendó creer en sus destrezas sin olvidarse que eso no es suficiente ya que es necesario esforzarse y ser constante todos los días.
Foto: Cortesía MJH