Lo primero que debemos tener claro es que los seres humanos somos ciudadanos y ciudadanas, formamos parte de una sociedad, donde tiene que existir garantía de nuestros derechos y responsabilidad en los deberes. Así expresó la psicóloga social y coordinadora del Observatorio Venezolano de los Derechos Humanos de las mujeres, seccional Lara, Hisvett Fernández.
Su opinión es a propósito del drama que agobia a las familias de escasos recursos económicos, sobrecargada de carencias y apartada de las soluciones del Estado. Añadió que en la sociedad del siglo XXI, deben fortalecerse las garantías materiales (servicios públicos y hábitat) a objeto de mejorar la calidad de vida de las personas.
“Cuando no se cumplen estas garantías es entonces cuando los habitantes de sectores populares se sienten marginados, apartados de las posibilidades de progreso. Mientras que el hábitat va desde las condiciones de la infraestructura donde convivan hasta el estado de mi ciudad, del lugar donde resido. Aunque se trate de una zona rural, no deben faltar las garantías materiales, menos en los espacios urbanos”.
Todos podemos ayudar
Por otro lado, reflexionó acerca de la dejadez de ambas partes: sociedad y Estado, indicando que son los dos extremos quienes deben fusionarse para obtener la estabilidad social que todos anhelan.
Por un lado, están los vecinos resignados con sus problemáticas y quienes empiezan a salir adelante solos, sin la ayuda de nadie, resentidos por la falta de cooperación de las autoridades. Entretanto, quienes dirigen las riendas del estado no se dan abasto para atender todas las realidades y evaden responsabilidades.
“No podemos actuar solos; estamos llamados a vivir en comunidad, necesitamos los unos de los otros. Los problemas encuentran solución si trabajamos en equipo. De hecho, el Estado aprende y se adapta a las nuevas pautas que marcan las comunidades”, manifestó.
Al mismo tiempo, la especialista recomendó la organización como principal herramienta para salir a flote y, finalmente, superar las dificultades.
A través de la conformación de instituciones o pequeñas escuelas de atención infantil, juvenil, donde se promueve la educación, el deporte, la cultura, se irá reforzando la buena conducta de las personas que apenas se enfrentan al mundo.
Generar vida, aunque aceche la muerte; propiciar la paz aunque se intente colar la violencia. Es decir, cambiar en función de los que deseamos vivir, pese a los obstáculos o carencias, y sólo de esa forma podrán contrarrestarse las penas del presente. “Organizarnos alrededor de nuestros intereses, establecer cuáles son mis prioridades para ir solventándolas una a una con el respaldo de mis parientes, vecinos, gobernantes: no debemos luchar solos”, recordó.
Radiografía urbana
Mientras transcurre el tiempo, se detienen las esperanzas de los ciudadanos que habitan en los sectores populares de la ciudad. No es el lugar de su residencia, el inconveniente para sentirse a gusto con el entorno o con los vecinos, es la inseguridad del presente la que hacen amargos los días de aquellos hombres y mujeres, valiosos en aportes para la sociedad, pero acechados por la delincuencia de sus barriadas.
Es un drama social que debe ser atacado desde la propia infancia, como explican los expertos, de lo contrario, difícilmente, podrá existir un comportamiento diferente en las nuevas generaciones, en la gran cantidad de adolescentes y jóvenes, afectados por las drogas, alcohol, vandalismo. Ahora bien, ¿quién se ocupa de ir cambiando esa realidad?.
Los vecinos de comunidades emblemáticas del oeste, norte, sur y este de la ciudad, exponen sus ideas en torno a la situación delictiva que los mantiene cercados dentro de sus propios hogares pero no son escuchados.
Sienten que reman solos en la barca, como explicaba la psicólogo Hisvett Fernández, ante la poca disponibilidad de los gobernantes en abordar la problemática. Se trata de devolver la tranquilidad y seguridad a las zonas menos favorecidas en servicios públicos.
“Si contáramos con urbanismos acondicionados, seguros, vigilados por la Policía y demás organismos de seguridad, seguramente, nadie tendría quejas contra las autoridades, sólo que nuestra realidad es otra: cada vez somos más pobres, hay menos interés en resolver los problemas y así es imposible avanzar, alcanzar el cambio positivo que necesitamos para crecer como país”, explicó la dirigente social, Gladis Quiroz, de la parroquia Santa Rosa.
En la comunidad donde habita, Lomas Verdes, al noreste de Barquisimeto, “la Misión a Toda Vida, se traduce a Toda Muerte, porque son muchos los delitos cometidos sin la mínima intervención de los entes competentes”, sostuvo.
Es un verdadero calvario salir de la casa y sentir la presencia de los asaltantes en cualquier espacio por muy seguro que parezca. Nadie está a salvo de ser víctima del hampa.
Por vías en buenas condiciones
Por otro lado, existen molestias entre los humildes residentes de los barrios, a causa de las calles en mal estado desde hace décadas. La falta de mantenimiento, es el detonante para que los huecos aparezcan en diferentes sitios de la capa asfáltica, generando caos especialmente en las inmediaciones de escuelas, hospitales, vías alternas.
Es un mal generalizado que no distingue tampoco entre ubicación o clase social. Barriadas y urbanizaciones, tienen la misma dosis de cráteres frente a las residencias y otros espacios comunitarios, ahora visiblemente arruinados. Alirio Colmenárez, dirigente vecinal de la parroquia El Cují, explica que las comunidades de su jurisdicción poco cuentan con los aportes de la Alcaldía de Iribarren en materia de vialidad. En aquellos lugares donde ya fueron instaladas las tuberías de aguas negras, valdría la pena pavimentarlas para finalmente ofrecer una mejor apariencia a la zona. Lamentó que el plan del municipio Asfalto Parejo, no contemple a la totalidad de sectores de Iribarren, ignorando que es una de las prioridades.
